Hemos llegado al inicio del mes de noviembre. Nos deparan muchas actividades importantes. Nos aguarda un sinfín de plegarias, sobre todo, rezar y pedir insistentemente al príncipe de la Paz: por la paz en este mundo.
Hemos vivido en el mes de octubre pasado varios acontecimientos en la Congregación y en la Iglesia:
Un mes misionero en el que hemos recodado a todos nuestros hermanos y laicos que dedican su vida a anunciar el Evangelio.
Un mes que nos ha encontrado con el Papa reunido en un Sínodo que nos recuerda que la iglesia escucha, camina y trabaja junto. Y hemos escuchado que la vida eclesial es sinodalidad, un término que “indica un modo de ser Iglesia que articula comunión, misión y participación”.
Un mes que ha visto caminar por las calles de Lima y de provincias al Señor de Los Milagros. ¿Cuántos Milagros debemos pedirle? Nosotros como familia Salesiana podemos pedirle que aumenten las Vocaciones a la Vida Consagrada, que nos comprometamos a anunciar a Cristo.
Me quiero referir en este mes a un grupo de mujeres que en nuestros encuentros sobresalen porque visten de amarillo. El amarillo se relaciona siempre con la felicidad y el optimismo. Y para este grupo de mujeres, se transmite cuando entregan su vida para hacer feliz a las personas necesitadas.
Surgieron tras la expulsión de la isla de Cuba de su fundador, el padre Miguel González, y su llegada a Venezuela en 1961. El 13 de mayo de 1968 fue creada como Asociación Privada de Fieles.
La Asociación se define como un grupo de mujeres laicas católicas, comprometidas con la comunidad cristiana y la sociedad civil, buscando transformar la sociedad según el Evangelio.
Nos espera un mes largo y de muchos momentos que nos ayudarán a crecer como congregación. Unidos en la oración, podremos lograrlo todo.