Padre Bolla: 40 años de su arribo al Perú

Hoy se cumplen cuarenta años de la llegada del Siervo de Dios Luis Bolla al Perú para incorporarse definitivamente a la Inspectoría Salesiana Santa Rosa de Lima. Desplegó su labor entre nosotros desde febrero de 1984 hasta su fallecimiento en febrero de 2013. Hoy su causa de santidad está en curso.

El padre Luis Bolla (Schio, 1932 – Lima, 2013) es, en palabras del Rector Mayor Emérito Don Pascual Chávez, “una de las grandes figuras misioneras en la historia de la Congregación Salesiana”. Hace pocos meses, Don Pierluigi Cameroni, Postulador General, lo definió como “un misionero con elementos únicos en la historia de la Iglesia”. Su presencia en el Perú por tres décadas marcó un periodo memorable en la trayectoria misionera de nuestra inspectoría.

Había partido desde el puerto de Génova como misionero a Sudamérica el 22 de noviembre de 1953, con veintiún años de edad. Tras ser ordenado sacerdote en Bogotá el 28 de octubre de 1959, desarrolló una extraordinaria experiencia inculturada entre los Shuar y los Achuar del Ecuador, con quienes asumió un nuevo nombre: Yankuam’ Jintia, lucero del crepúsculo que ilumina el camino.

Sus primeros viajes al Perú

La tensión limítrofe entre el Perú y Ecuador impedía a Yankuam’ continuar libremente su labor hacia las comunidades Achuar ubicadas al sur de la frontera. Por ello, entre fines de 1978 e inicios de 1979, junto al padre Domingo Bottasso, emprendió un viaje para conocer el territorio de los Achuar del Perú, adscrito al Vicariato de Yurimaguas.

Tras ingresar por Tumbes, inició cuatro meses de travesía que le permitieron conocer cuán desatendidos se encontraban los Achuar en nuestro país. A pesar de las dificultades experimentadas (a su retorno fue interrogado por los militares ecuatorianos) este primer viaje incubó en el padre Bolla el deseo de pasar definitivamente al Perú. Volvería por segunda vez en agosto de 1982. En esa ocasión llegó hasta Kuyuntsa, donde Mashútak (fundador de la comunidad junto a su hermano mayor Tarir) le pidió establecerse entre ellos.

El traslado a la Inspectoría peruana

Ciertamente, este traslado exigía la autorización de sus superiores: el Obispo de Méndez, monseñor Luis Teodoro Arroyo, y el Inspector del Ecuador, padre Pedro Creamer, quienes habían sido sus compañeros durante sus estudios de teología. Ambos le brindaron su apoyo, pero ello no impidió que aquellas gestiones estuvieran marcadas por el dolor: en febrero de 1983 recibió en Cuenca la noticia de la muerte de su mamá, y en julio de ese mismo año en Pastaza le informaron del fallecimiento de su papá. Aquel 1983, su último año en Ecuador, se perfilaba como hito que marcaría un antes y un después en su vida familiar y misionera.

Por entonces, padre José Ramón Gurruchaga, Inspector del Perú, escribió al Rector Mayor, Don Egidio Viganó, solicitando su parecer. En una carta fechada el 19 de setiembre de 1983, el séptimo sucesor de Don Bosco le respondió: “Será necesario que el P. Bolla acepte comprometerse encontrarse contigo por lo menos una vez al año, para revisar su situación y su trabajo. Con estas condiciones yo te concedo darle el permiso de Absentia a domo por tres años ratione apostolatus [ausencia de la casa religiosa por razón de apostolado]”.

En los días siguientes, Gurruchaga consultó al padre Bolla si aceptaba los requerimientos del Rector Mayor. La fórmula Absentia a domo causó en Bolla cierta preocupación, pero finalmente emitió su parecer favorable el 23 de noviembre. Se cumplían treinta años de su partida como misionero desde Génova, y los conmemoraba dando inicio a una nueva etapa de su labor pastoral. En su carta, Yánkuam’ añadió un deseo que, con el tiempo, se volvería realidad: “Confío que con el tiempo realmente se forme una Comunidad Salesiana Misionera de selva en el Vicariato de Yurimaguas, para esa obra específica de iniciar la Iglesia Nativa entre los Achuar del Sur”.

Su llegada: el 8 de febrero de 1984

Tras despedirse de los Achuar de Ecuador (a cuya atención quedaría el padre Bottasso) viajó a Quito. Allí, el 31 de enero le fue emitida una carta de presentación a sus futuros superiores. De Quito fue a Machala, y cruzó la frontera por Tumbes. “Me lloraba el alma” recordaría en sus memorias.  Tras visitar a los salesianos de Piura, arribó a Breña (Lima), sede de la Inspectoría Santa Rosa de Lima, el 8 de febrero de 1984.

Sus primeros días entre nosotros fueron accidentados. Tras superar un intento de robo en el centro de Lima y tener que viajar hasta el consulado peruano en Arica para ingresar nuevamente por Tacna, atravesando por carretera ida y vuelta la desértica costa peruana, arribó a Yurimaguas, la capital del vicariato, el 1 de marzo. Allí se entrevistó con el obispo Miguel Irízar, su nuevo superior. Poco después partió en lancha a San Lorenzo, donde llegó el 7 de marzo. Finalmente, el 24 de marzo de 1984, se instaló en el que sería su epicentro misionero, Kuyuntsa, entonces llamada Kunkúk entsa.

En el Perú, Yánkuam’ cumplió su sueño de que los Salesianos asuman el trabajo con los Achuar del sur. En 2001, diecisiete años después de su arribo, se estableció la comunidad de San Lorenzo, a la que quedó adscrito el padre Bolla. Durante sus treinta años en nuestro país anunció el Evangelio, fue un dedicado estudioso e incansable difusor de la cultura Achuar, y un auténtico defensor de los derechos de sus destinatarios.

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