«Escal – har»: Con Don Bosco un sueño es posible

Por el 2018, al finalizar el momento de oración que el Padre Cayetano Ca­mauer, sdb, compartía con los niños de la capilla «Santa María Magdale­na» a las afueras de Pucallpa, sintió que debía ofrecerles algo más. Esa sensación marcó el inicio de «Escal – Har», en español «Escalar». Nombre que refleja la lucha constante por al­canzar la cima mientras mantienen la armonía en sus vidas.

Escalar es una escuela de violín dirigi­da a niños y jóvenes de bajos recursos del asentamiento humano “La Flori­da” en Pucallpa, en el departamento de Ucayali. Ellos son: Salvador, Gia­como, Abraham y Stalyn representan el fruto y visión del proyecto.

El más pequeño del cuar­teto de músicos, Sal­vador de 14 años, se animó a reci­bir clases de violín por el 2019 por in­fluencia de un amigo suyo del barrio. Luego cambió de ins­tru­mento al violonchelo y le dedicaba el tiempo que le era posible, pues con sus obligaciones en casa resultaba un desafío. Su hermano mayor Giacomo, de 15, sintió interés por el vio­lín unos meses después de verlo tocar. Rápidamente destacó por su ha­bilidad de aprendizaje y por el talento innato que brotaba de sus manos.

El apoyo de sus padres fue clave para que puedan desarrollarse en la músi­ca. Lo que no quitaba la dura realidad de convivir con la precariedad día a día.

Abraham de 16, compañero e inte­grante del cuarteto musical, ingresó al proyecto en plena pandemia en el 2020. Su madre, de la cultura Shipiba, con tres hijos más bajo su responsabi­lidad, necesitaba del apoyo de Abra­ham. Por eso, en el 2022 se retiró de «Escal – Har» para cuidar a sus her­manos y enfocarse en el colegio. “En la casa de mi madre no hay luz, y cuando llueve se inunda todo. Por eso, desde hace poco, estoy con mi padre, en el asentamiento donde vive tiene luz”, expresa. Luego se reincorporó al proyecto no solo para seguir disfru­tando de la música; sino, tam­bién, para continuar el cami­no que cree que lo llevará a cumplir su meta de estudiar medicina.

Así como el resto de sus ami­gos, Stalyn de 15, lleva cuatro años siendo parte de «Escal – Har». En­contrar el balance de estudiar y seguir ayudando con los trabajos de la casa ha sido lo complicado. Su madre ven­de comida por las noches, por lo que él y sus tres hermanos colaboran con distintas tareas. Stalyn le toca pelar las papas.

A pesar de todo, Salvador, Giacomo, Abraham y Stalyn con mucha de­dicación han logrado avanzar en su aprendizaje en la música clásica y se mantienen motivados a seguir perfec­cionándose. Este proyecto es un recor­datorio de la importancia de la solida­ridad y de apoyo mutuo. A través de la música, los niños y adolescentes pueden encontrar una vía para expresar sus sueños y superar las adver­sidades, ins­pirando a otros contribuir al cambio positivo en sus comunidades.  ­

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