Don Antonio Riccardi: 100 años de su muerte

“El 15 de mayo, primer día de la novena a María Auxiliadora, falleció en Savona (Italia) el M.R.P. Antonio Riccardi, dignísimo salesiano, que tan grato recuerdo dejó en Lima como primer director”. De esta manera los Salesianos de Breña anunciaron en “El Pan del Alma” en junio de 1924 el deceso del padre Antonio Riccardi, una de las grandes figuras fundacionales de la presencia salesiana en el Perú. A un siglo de su muerte, reseñamos su trayectoria en Europa y América.

Si hoy Breña es sede del mayor com­plejo educativo-pastoral de la Familia Salesiana en el Perú, es gracias a la visión del padre Antonio Riccardi (Porto Maurizio, 6 de enero de 1853 – Savona, 15 de mayo de 1924). Siendo director de la casa salesiana de Lima, el 6 de marzo de 1897 adquirió a don Genaro García Irigoyen parte del Fundo Breña, gracias a la donación testamentaria de monseñor Manuel Teodoro del Valle.

Era la prime­ra compra en la historia de los Salesianos en nuestro país. Hasta entonces, las obras donde los Salesianos venían laborando eran ajenas: la casa del Rímac (1891) era propiedad de la Beneficencia Pública y la de Arequipa (1896) de la Municipalidad Provincial. Al poco tiempo, gracias al tra­zado del Paseo Colón (1898) y la inaugu­ración de la Plaza Bolognesi (1905), Breña se encontró en medio de un expectante desarrollo urbanístico. La compra hecha por Riccardi significó la consolidación de la obra de Don Bosco en la República Pe­ruana.

Pero el legado de Riccardi trascendió a otros ámbitos y latitudes.

En México  (1899 – 1902)

Después de desempeñarse como director de la casa de Lima, fue enviado a México como ins­pector en 1899. Allí tuvo lugar su obediencia más desafiante. Si bien se encuentra en su ha­ber la fundación de la casa de Morelia en 1901, el salesiano mexicano Francisco Castellanos, historiador, calificó de “desequilibrada ges­tión” a la labor gubernativa del padre Riccardi en su país: “No capta la realidad y ordena rea­lizar cosas que no siempre son las más oportu­nas. Pronto se indisponen con él algunos de los hermanos, que terminan por dejar la Congre­gación. La actuación del padre Riccardi raya, a veces en cosas casi inverosímiles”, escribió con documentada severidad en el primer tomo, se­gundo volumen, de su libro Los Salesianos en México (1992).

En el Perú (1891-1899)

Desde Argentina partió al Perú como director del primer grupo de Salesianos e Hijas de María Auxi­liadora que llegó al Callao el 28 de setiembre de 1891. Riccardi arribó en la víspera, el día 27. En Lima, fue el fundador de la primera casa de los Salesianos en el Perú, en un predio contiguo, también propiedad de la Sociedad de Beneficencia Pública de Lima. Allí comenzó a funcionar un Oratorio Festivo el 8 de diciembre de 1891 y, tiempo después, dio inicio a una Escuela de Artes y Oficios el 19 de marzo de 1893, que marcó el inicio de la larga y fructífera historia de la educación técnica salesiana en el Perú.

En Argentina (1885 – 1891)

En 1885, a los veintidós años, Riccardi partió como misionero, desempeñándose como secretario de monseñor Cagliero en el Vicariato Apostólico de la Patagonia. En se­tiembre de 1887 fue autor de un documento titulado “Breve relación de las misiones de la Patagonia”, manuscrito conservado en el Archivo Histórico Salesiano de Buenos Aires, en que denuncia hechos de violencia por parte del ejército argentino contra los indígenas del lugar.

Tras su experiencia en México, la obediencia lo destinó a Jamaica y después como director espiritual en varias casas, la última de ellas la de Savona (Italia), donde falleció en 1924 a los 71 años de edad. A un siglo de su deceso, la biografía del padre Riccardi nos muestra los desafíos, así como las luces y sombras, de aquella generación de salesianos que expandió la obra de Don Bosco por los cinco continentes.

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