Los primeros Salesianos e Hijas de María Auxiliadora llegaron al Perú el 28 de setiembre de 1891. Cinco años después, los Salesianos llegaron a Arequipa como consecuencia de otro hecho histórico: el destierro de los Salesianos de la República del Ecuador en agosto de 1896.
El gobierno liberal del general Eloy Alfaro dispuso su expulsión por considerarlos sospechosos de conspirar contra su régimen. El grupo que partió de Quito fue el que más penurias enfrentó, al emprender un viaje largo y tormentoso hacia la vecina República del Perú.
Los historiadores salesianos Cirilo Calderón y Eugenio Pennati recogieron la tradición respecto a este hecho. Señalan que, estando en las aguas del Océano Pacífico frente a la costa ecuatoriana, el padre Luis Calcagno, Inspector Salesiano, hizo un voto que, años después, se hizo realidad en Arequipa.
“La nave, azotada por el viento, bailaba como una cáscara de nuez. Las olas golpeaban con fuerza los flancos de la nave y barrían la cubierta de la barca. De pronto se escuchó la voz del timonel: ‘Padres, rueguen a Dios, humanamente todo está perdido’. Entonces el padre Calcagno tomó la palabra: ‘Hermanos, acaso la última hora ha llegado para nosotros; arrodillaos para que una vez más os bendiga’. Recordó entonces el padre que tenía consigo una medalla de María Auxiliadora bendecida por Don Bosco y tomándola en sus manos dijo:
‘Recemos, sólo María puede salvarnos. Pero antes de arrojar su imagen al mar hagamos a la Santísima Virgen este voto: en la tierra hospitalaria que nos acoja, si es su voluntad salvarnos, trabajaremos sin descanso para levantar en su honor un templo que imite en sus líneas arquitectónicas al de Turín, erigido por Don Bosco, nuestro Padre’.
Todos ratificaron aquel voto. Dicho esto, arrojó la medalla al mar. Las olas al contacto con aquella medalla bendita se calmaron casi de inmediato, produciéndose una apacible calma. Y la pobre embarcación dulcemente empujada por las aguas, después de navegar gran trecho a la deriva, se sacudió bruscamente y se detuvo ligeramente inclinada; estaban en la playa”.
Los Salesianos desterrados, encabezados por el padre inspector Calcagno, llegaron a Lima el 4 de octubre de 1896. En los días siguientes arribaron más, provenientes de otras localidades del Ecuador. Calcagno, en su condición de superior salesiano, salió de Lima pocos días después en búsqueda de un lugar donde hacer una fundación e instalar a algunos de los religiosos recién llegados con él.
Por entonces, Arequipa era la ciudad que generaba más expectativa entre los hijos de Don Bosco en el Perú. Fundada el 15 de agosto de 1540, Arequipa era a fines del siglo XIX la más importante urbe del sur del Perú.
Existían en la Ciudad Blanca ofrecimientos de autoridades municipales y donantes para apoyar la instalación de una obra salesiana en el lugar, siendo el único freno la falta de personal.
Fue en ese momento que, providencialmente, llegaron los desterrados desde Ecuador, siendo la inesperada solución al inconveniente. Lo que fue una tragedia para la obra de Don Bosco en una república, significó un valioso impulso para la del país vecino. El padre Calcagno viajó a Arequipa junto al padre Carlos Pane. A pesar que la crónica señala que llegaron el 24 de octubre, el padre Jorge Atarama en su investigación, basándose en periódicos de la época, fechó la llegada el 20 de octubre de 1896. La primera comunidad estuvo conformada por el padre director José Taricco, el padre Carlos Ghiglione, el padre Félix Tallachini y el coadjutor Juan Bocca.
El 8 de diciembre de 1896 fue la fecha de fundación de la obra educativa de los Salesianos en Arequipa, que se inició con una Escuela Primaria y una Escuela de Artes y Oficios en un predio propiedad de la Municipalidad. Al día siguiente se publicó en el diario El Deber de Arequipa:
“Escuela Salesiana. Ayer quedó instalada la Escuela de Artes y Oficios confiada a los Salesianos. El señor Prefecto asistió al acto, comprendiendo su importancia, a pesar de hallarse sumamente enfermo. Concurrieron también el Dean del Cabildo, el Ilustrísimo Gobernador Eclesiástico, el señor Presidente de la Corte con algunos vocales, el Señor Tesorero Departamental, el Señor Subprefecto del Cercado y otras muchas personas notables de nuestra sociedad”.
Así, con toda la expectativa de parte la sociedad arequipeña, se inició la obra salesiana a fines de 1896. Al poco tiempo, se hizo evidente la necesidad de un local más grande. Por ello, entre 1897 y 1898, los Salesianos adquirieron algunos terrenos en la calle San Pedro, donde se estableció la que sería la ubicación definitiva de la casa. Allí, iniciaron en 1899 una escuela agrícola y en 1901 instalaron un observatorio meteorológico. Sin embargo, la obra no estaría completa sin la construcción del templo prometido a la Virgen por los Salesianos durante su destierro al Perú desde Ecuador.
La bendición de la primera piedra de la futura iglesia y el local del colegio tuvo lugar el 11 de junio de 1899 en los terrenos de la calle San Pedro. Era director del Colegio Salesiano de Arequipa el padre Ciriaco Santinelli, uno de los sacerdotes expulsados del Ecuador en 1896, y que en 1902 se convertiría en el primer inspector del Perú. Para no dejar dudas de que el templo era una obra de gratitud a la Virgen de Don Bosco, el diseño imitó, a menor escala, la Basílica de María Auxiliadora de Turín y su arquitectura circundante.
La obra demoró algunos años en concluirse. En 1915, año del centenario del nacimiento de Don Bosco, el templo de Arequipa fue finalmente consagrado el 29 de abril e inaugurado el 2 de mayo. Asistió el entonces Inspector de los Salesianos, padre José Reyneri, quien también fue uno de los salesianos desterrados de Ecuador en 1896. Don Reyneri, emocionado, escribió desde Arequipa escribió al Rector Mayor Don Pablo Albera para informar sobre los pormenores de la reciente consagración:
“Con el corazón inundado de consuelo sagrado, le doy un anuncio que, estoy seguro, también alegrará su corazón paterno, que siente los dolores y alegrías de sus hijos como propios. El jueves 29 de abril, el Templo, prometido a María Auxiliadora en 1896 por Don Calcagno y por sus compañeros en el exilio, que comenzó en 1899 y que costó muchas dificultades y sudores a muchos cohermanos celosos, se podría decir un hecho consumado”.
Arequipa se había convertido en la tierra elegida por la Auxiliadora para que se cumpliera la promesa hecha, veinte años atrás, por un grupo de salesianos que hoy recordamos con admiración y gratitud.
David Franco Córdova: Historiador de la Congregación Salesiana del Perú