El Jubileo: un tiempo de gracia para la juventud
El Jubileo, con su enfoque en la peregrinación, es el escenario ideal para ayudar a los jóvenes a encontrar un sentido y dirección en sus vidas.
Como decía Don Bosco: «No basta con amar a los jóvenes, necesitan sentir que son amados». Ese sentir es fundamental para un verdadero proceso de discernimiento. Y solo se puede llegar a él “estando”, haciendo presencia en medio de ellos.
Cercanía que transforma vidas
La tradición salesiana ofrece claves esenciales para acompañar a los jóvenes. El Sistema Preventivo, que se basa en la razón, la religión y la “amorevolezza” (el amor demostrado, el amor concreto vivido en el cotidiano), nos anima a estar con los jóvenes, creando un ambiente de confianza y cercanía.
Este estilo de acompañamiento se puede inspirar y realizar en tres momentos clave, en el encuentro personal con el joven:
- La presencia activa en los espacios juveniles, como el «patio salesiano”
- La escucha empática que da valor a la historia personal de cada joven
- Una propuesta gradual que respeta los ritmos y procesos de cada joven.
Acompañamiento integral
El arte del acompañamiento salesiano nos ayuda a guiar a los jóvenes en el reconocimiento de sus sentimientos internos. La mirada contemplativa, el discernimiento de espíritus y la capacidad de leer los signos de los tiempos complementan el carisma salesiano de «formar buenos cristianos y ciudadanos íntegros».
En este tiempo de Jubileo, el acompañante salesiano, aquel que se siente llamado a ser compañero de camino de los jóvenes, tiene la misión de ser un testigo de esperanza, ayudando a los jóvenes a:
- Reconectarse con su historia personal, descubriendo cómo Dios actúa en ella.
- Fortalecer su sentido de pertenencia a la iglesia con experiencias comunitarias significativas.
- Comprometerse con la transformación social a través de acciones concretas de caridad.
Estamos invitados a renovar nuestra misión educativa y pastoral, acompañando a cada joven para que, al igual que María, pueda decir su generoso «sí» al plan de Dios y se convierta en portador de esperanza para los demás.



