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sábado, 19 abril, 2025
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Los espero en el paraíso

Me ha cautivado profundamente una de las distinciones de Z. Bauman, quien en su análisis de la “Modernidad Líquida” diferencia magistralmente entre peregrinos y turistas.

Esta diferenciación describe actitudes y comportamientos en la sociedad contemporánea. Mientras los turistas buscan experiencias pasajeras y superficiales, los peregrinos caminan con un propósito profundo, en busca de un destino significativo que trascienda lo inmediato. Nosotros somos peregrinos porque nos anclamos a Cristo, nuestra roca y guía. Pero, nunca nos quedamos quietos. Peregrinamos junto a los jóvenes, a quienes Dios nos ha confiado, para acompañarlos en su propio viaje hacia la plenitud.

Don Bosco es un ejemplo vivo de un peregrino de la esperanza. Caminó incansablemente por las calles de Turín buscando a los jóvenes más necesitados, encontrándolos en talleres, cárceles y plazas. Fue un peregrino que, más allá de los caminos físicos, recorrió senderos espirituales, llevando luz, dignidad y un futuro mejor a aquellos marginados por la sociedad. Su vida entera fue un constante caminar hacia Dios, invitando a muchos jóvenes como fuera posible a unirse en este viaje de fe y esperanza.

Este año 2025 nos invita a renovar nuestra vocación como peregrinos de la esperanza.

En el contexto del Jubileo, resonamos con las últimas palabras de nuestro Padre Don Bosco antes de partir a la eternidad: “Los espero en el paraíso”.

Estas palabras nos animan a seguir caminando, con confianza y alegría, hacia nuestro destino trascendental y fundamental: el cielo.

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