Cada diciembre, la familia salesiana en todo el mundo vuelve a mirar a María Inmaculada con la misma confianza con la que Don Bosco inició su obra. Para él, Ella no fue un adorno espiritual, sino la brújula que orientó cada paso, cada sueño y cada lucha por los jóvenes. Desde ese “Ella lo ha hecho todo”, la devoción mariana se convirtió en una forma concreta de acompañar, educar y salvar.
En el Perú celebramos a la Inmaculada el 8 de diciembre, y este año, al unirnos como comunidad, en el Colegio Salesiano Rosenthal de la Puente, recordamos que María es la Madre que sostiene nuestra misión de formar buenos cristianos y honrados ciudadanos.
Y sí, en pleno calendario escolar, con exámenes, talleres, reuniones y ese ritmo intenso que solo un colegio conoce, nuestros estudiantes se siguen haciendo un tiempito para algo más grande: crecer en fe.



La Novena: un camino que hacemos juntos
Hoy lunes vivimos el quinto día, ya superando la mitad del recorrido, y el viernes 5 de diciembre cerraremos la Novena completa, llevando a María nuestras intenciones, esfuerzos y agradecimientos.
No es solo un acto religioso. Es un gesto familiar.
Porque la fe se comparte en comunidad, con el tono cálido del patio, el sentido educativo de la escuela y la fuerza espiritual de la parroquia.
Días feriados: una celebración que continúa
La semana siguiente, el lunes 8 y martes 9 (feriados), podremos reunirnos nuevamente en la Misa en honor a la Inmaculada, centro y razón de toda esta fiesta.
Será una oportunidad para vivir la fe en familia, agradecer juntos y renovar nuestra confianza en la Madre que acompaña cada proyecto educativo, cada vida joven, cada educador que deja huella.

María, nuestra Madre y Maestra
En la espiritualidad salesiana, María Inmaculada es una presencia que acompaña e inspira. Tanto a los jóvenes que están buscando su camino como a los maestros y administrativos que sostienen la misión con trabajo silencioso y corazón grande.
Por eso, en estos días, queremos decirlo con claridad: Aquí se venera a María en familia. Y nuestros estudiantes, guiados por sus educadores, forman parte viva de esa devoción que nos mueve a ser mejores, a servir más y a mirar la vida con esperanza.
Que Ella nos siga enseñando a caminar juntos. Con ese estilo salesiano que nunca pasa de moda.

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