lunes, 24 noviembre 2025
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“Jesús quiere reinar en tu corazón”: Mensaje del P. Juan Pablo, Inspector, a los jóvenes confirmados

Los jóvenes que celebraron su Confirmación en la Basílica de María Auxiliadora recibieron un mensaje muy especial del P. Juan Pablo Alcas, Inspector. Con palabras cercanas, llenas de esperanza, quiso animarlos a vivir con valentía su fe y a dejar que Jesús ilumine cada paso de su vida.

En esta ocasión tan significativa, invitó a cada confirmando a reconocer la grandeza del amor de Dios y la fuerza del Espíritu Santo que recibirían.

A continuación, compartimos sus palabras dirigidas a los jóvenes:

En esta fiesta de Cristo, Rey del Universo, queridos jóvenes que hoy serán confirmados, celebramos algo inmenso: Jesús está con ustedes. Esta solemnidad nos recuerda que Jesús es el único Rey del Universo. No es el rey de un país, ni de una moda, ni de un videojuego. Es el Rey del Universo entero, de todo lo visible e invisible.

¿Y qué significa esto para ustedes?

Significa que Jesús, en este último domingo del año litúrgico, nos confía una misión y nos pide aceptar algo decisivo para la vida: Él quiere reinar en nuestro corazón.

Pero Jesús no es como los reyes que aparecen en películas, series o videojuegos. Él no domina, no impone, no manipula. Él no busca aplausos ni necesita demostraciones de poder.
Muchos, en su tiempo, querían hacerlo rey a la fuerza porque esperaban más milagros, más señales, más espectáculo. Pero Jesús no quiso ser un rey como los del mundo.

¿Por qué?

Porque su trono no fue de oro, sino una cruz.
Su corona no tuvo diamantes, sino espinas.
Y aun así —o precisamente por eso— merece ser Rey, porque nadie nos ha amado como Él.

En el arte lo representamos con gloria, con majestad, y es justo: Él es Dios, lo alabamos, lo adoramos y lo amamos.
Pero su realeza es única, distinta, revolucionaria.

Jesús mismo lo dijo:
“Mi Reino no es de este mundo” (Jn 18,36).

Entonces, ¿cómo es el Reino de Jesús?

Ustedes, queridos confirmandos, necesitan saber esto con claridad.

El Reino de Dios no se parece a los reinos del poder ni del éxito.
El Reino de Dios no se parece a la fama que dura un instante.
El Reino de Dios no busca aplastar, sino levantar.

¿Cuál es la característica fundamental del Reino de Jesús?

Su Reino se caracteriza por:

  • El amor, que no abandona.
  • La humildad, que sabe ponerse en el lugar del otro.
  • El servicio, que se inclina para ayudar.
  • La misericordia, que perdona y vuelve a empezar.

Ese es el Reino donde Jesús quiere que ustedes vivan, sueñen y caminen.
Ese es el Reino que hoy reciben en plenitud con el don del Espíritu Santo.

Si quieren que Jesús sea realmente su Rey, entonces déjenlo reinar en lo más profundo:
en sus decisiones, en sus amistades, en sus estudios, en sus sueños, en sus batallas y en su futuro.

Hoy, Jesús les dice en silencio:
“Yo quiero ser tu Rey. ¿Me dejas entrar?”

Y ustedes, con la confirmación, pueden responder:
“Sí, Señor, reina en mi vida. Reina en mi corazón.”

Lo primero que yo quisiera preguntarles hoy, queridos confirmandos, es algo muy sencillo y al mismo tiempo decisivo: ¿Quién es Jesús para mí?
Esta pregunta se la deben hacer todos: desde el catequista —mi hermano Franco— hasta el último joven que ha llegado casi a último minuto para volver a hacer la Confirmación.

Porque antes de recibir el sacramento, antes del rito y del gesto de la unción, es fundamental preguntarse:
¿Para qué voy a hacer mi Confirmación?
¿Para qué estoy aquí, al lado de mi abuela, con mi nombre bien puesto, esperando que el sacerdote o el obispo me diga: “Por esta señal recibe el don del Espíritu Santo”?

Muchos jóvenes responden con sinceridad:
—“Viene mi padrino especial.”
—“Me van a regalar algo.”
—“Mi mamá me pidió que me confirme.”
Y es cierto: algunos han llegado por insistencia de la familia, otros para complacer a alguien, otros porque les dijeron que “hay que hacerlo” o porque vino alguien que les gusta.

Pero a veces pasa algo sorprendente:
El joven que vino por obligación termina siendo catequista.
La muchacha que vino sin ganas termina siendo la mejor animadora de Confirmación.

Entonces uno se pregunta:
¿Qué pasó? ¿Qué lo transformó? ¿Qué hizo cambiar a este joven que vino por imposición?

La respuesta es sencilla:
Entendieron quién es Jesús.
Entendieron qué significa ser cristiano, qué significa ser catequista, qué significa ser seguidor de Jesús. Comprendieron que su Reino no es el reino del aplauso, ni del espectáculo, ni del momento pasajero. Descubrieron que seguir a Jesús es una tarea que dura toda la vida.

Confirmarse no es fácil.
No es “agua con azúcar”.
No es un trámite.
Es decirle al Señor: “Quiero confirmar mi fe en ti.”
Y eso implica asumir una vida como la que llevó Jesús, una vida que también nosotros estamos llamados a vivir.

Porque Jesús no es un rey sentado en un trono de oro.
Su trono fue la cruz.
Y nosotros estamos llamados a seguirlo, aunque a veces no nos guste la cruz.
Cuando vienen los problemas, cuando llegan las dificultades, nos desesperamos, nos desanimamos. Pero Jesús nos recuerda:
La cruz no tiene la última palabra.
El dolor no tiene la última palabra.

La cruz es camino hacia la vida nueva.

¿Qué nos queda entonces frente a este Rey?
Este Rey es Jesucristo.
Y a los ojos del mundo, parece que hoy no pasa nada especial: solo aceite, solo una cruz en la frente.
Pero ustedes, queridos jóvenes, deben saber que este momento es clave.

A los ojos de Dios, hoy sucede algo estupendo:
El Espíritu Santo desciende sobre ustedes para fortalecerlos, guiarlos y acompañarlos toda la vida.

Por eso, pregúntate de nuevo, con el corazón abierto:
¿Quién es Jesús para mí? ¿Para qué me confirmo hoy?

La respuesta marcará tu camino.


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