La Basílica “María Auxiliadora” de Breña vivió una noche marcada por la gratitud, el reconocimiento y la comunión eclesial. El P. Román Olashinsky, párroco de la Basílica, convocó a más de un centenar de laicos, agentes pastorales y a la comunidad salesiana que, día a día, sostienen la vida de esta emblemática parroquia del centro de Lima.



Para este significativo encuentro fue invitado el P. Juan Pablo Alcas, Inspector de los Salesianos del Perú, quien presidió la Eucaristía y dirigió una homilía profundamente agradecida y alentadora. En ella, destacó el liderazgo pastoral del padre Román y el compromiso silencioso de tantos colaboradores.
«Detrás de cada gesto que realizan, detrás de cada cosa que hacen, es Dios quien va construyendo la historia, la Iglesia y la comunidad», expresó el padre Inspector, dirigiéndose a los numerosos grupos parroquiales que sirven de manera gratuita, espontánea y generosa.
Durante la celebración, el P. Juan Pablo agradeció personalmente a los equipos de liturgia, procesiones, música, limpieza, acogida, acompañamiento pastoral y servicios diversos, subrayando que el rostro vivo de la parroquia es fruto del trabajo compartido entre sacerdotes y laicos.



La jornada continuó con una cena fraterna, ofrecida por la parroquia, como signo sencillo pero profundamente significativo de reconocimiento. En ese espacio, el P. Román Olashinsky tomó la palabra para agradecer y animar a todos los presentes:
«Que estas Navidades reine en cada uno de sus hogares la paz y el bienestar en sus familias», expresó, felicitando a quienes entregan su tiempo y su corazón al servicio de la Basílica.

En un ambiente de cercanía y alegría, se destacó también una verdad evidente para todos: «Cinco sacerdotes y un coadjutor no podrían hacer tanto al servicio de miles de personas sin ustedes», se señaló, reconociendo el valor insustituible del laicado comprometido.
El Inspector tuvo, además, un reconocimiento especial para el grupo de jóvenes liderados por el Hno. Franklin Machaca, responsables del oratorio festivo, la formación de grupos juveniles y la catequesis de Primera Comunión y Confirmación. A los jóvenes confirmandos les dejó una invitación clara: «Sigan comprometiéndose; la Iglesia necesita jóvenes que crean, sirvan y acompañen».
La noche concluyó como había iniciado: en un clima de gratitud sincera, comunión fraterna y esperanza. Una parroquia que camina unida, viva, consistente y en crecimiento.
«Agradecemos de manera muy especial a quien es el párroco, siempre al servicio visible de esta Iglesia», afirmó finalmente el padre Juan Pablo Alcas, resumiendo el espíritu de una comunidad que vive el Evangelio desde el servicio.
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