Justo Farfán. La partida de un maestro y amigo

El legado de Justo Farfán en la comunidad salesiana y en la sociedad

El 19 de marzo de 2023, nuestro hermano Justo Farfán partió a la Casa del Padre a los 78 años de edad y 54 de vida consagrada salesiana. Nació en el seno de una humilde y laboriosa familia de agricultores de la provincia de Anta (Cusco, Perú). Tres días después de nacido, sus padres lo bautizaron, demostrando en ello sus profundas convicciones cristianas que a partir de entonces supieron cultivar en toda su familia.

Su primer encuentro con los salesianos se dio en 1963, cuando frecuentaba la Granja Escuela Salesiana de Yucay (Cusco). El Aspirantado lo realizó en Huancayo entre los años 1965-1967. Impulsado por un vehemente deseo de consagrar a Dios su vida en las filas de Don Bosco, pidió ser admitido al noviciado, al término del cual hizo su primera profesión religiosa.

En todos los lugares donde se formó, Justo siempre dio muestras de ser un religioso observante, dócil, piadoso, trabajador y responsable, dedicado con cariño a las tareas prácticas que se le encomendaban y a su capacitación para la catequesis. Destinado por la obediencia al Politécnico Salesiano de Breña (1975-94), dedicó su mejor esfuerzo y tenacidad para capacitarse en un nuevo campo técnico: la mecánica de motos. Viendo la gran cantidad de jóvenes obreros que acudían a nuestra casa en busca de calificación para el trabajo, no dudó en prepararse él primero, para luego más tarde, con la colaboración de otros profesionales fundar el Taller de Mecánica de Motos, que en poco tiempo ganó el reconocimiento de las empresas y del que llegó a ser jefe por muchos años.

En 1995 fue enviado a la recién fundada comunidad de Piura Bosconia, obra social que ofrecía diversos campos de formación técnica, incluido el campo agropecuario tan familiar para nuestro hermano. Monte Salvado (2002-2011) será otro campo de arduo trabajo agropecuario, siempre acompañando y formando a generaciones de jóvenes deseosos de aprender para ganarse honestamente el pan de cada día.

Su presencia en el Cusco, a raíz de un desafortunado accidente de carretera que costó la vida a un salesiano y casi cobra la vida de D. Justo y otros dos hermanos (2011-2018), significó para la comunidad una gran riqueza por su espíritu fraternal, su capacidad de trabajo y su buen ejemplo en la piedad y en la observancia religiosa. A su regreso a Piura en 2019, a pesar de los años transcurridos, no disminuyó su fervor ni su capacidad de entrega.

Siempre disponible, siempre pensando en el bienestar de los hermanos, siempre deseoso de acompañarlos y de compartir con ellos sus ilusiones y sus tareas.

Su piedad sencilla y profunda, su amor por Don Bosco y la Auxiliadora, la veneración por los superiores, su preocupación por el incremento y la perseverancia de las vocaciones y el futuro de la misión, siempre fueron los rasgos distintivos de su persona: sencilla, íntegra, transparente y luchadora cuando se trataba de superar desafíos y dedicar los mejores esfuerzos a los jóvenes.

Rogamos al Buen Dios por el eterno descanso de D. Justo Farfán y a él, que ya está cerca de Don Bosco, nos encomendamos para que siga intercediendo por nuestra Congregación e inspectoría, y por el incremento de santas vocaciones, en particular de hermanos coadjutores.

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