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lunes, 5 mayo, 2025
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“Mi vocación nació viendo a un sacerdote”: el testimonio del Rector Mayor Fabio Attard

Inicia la Semana por las Vocaciones, un tiempo especial para mirar al corazón y preguntarnos: ¿a qué me llama Dios? ¿Qué sentido tiene mi vida? ¿Dónde puedo servir mejor? En este contexto, el Papa Francisco nos ha regalado un mensaje poderoso para la 62.ª Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones: “Peregrinos de esperanza: el don de la vida”. Y entre tantas historias de vocación, hoy te presentamos una que puede tocarte el alma: la del actual Rector Mayor de los Salesianos, P. Fabio Attard, XI Sucesor de Don Bosco. ¿Sabes cómo comenzó todo? Él mismo lo resume con una frase que impacta por su sencillez: “Mi vocación nació viendo a un sacerdote”.

¿Cómo era su familia?
Mi padre trabajaba en la farmacia de un hospital. Como su salario no era suficiente, cuando nací mi madre abrió una tienda. Luego otras cinco. Cuando falleció descubrí que muchas señoras no iban para comprar ropa sino para pedir consejo. Una me decía que era como un confesionario. Como mi padre, era muy prudente y atenta y no nos decía nada.

Le ha cambiado la vida en pocas semanas en ser elegido Rector Mayor. ¿Qué ha pasado por su cabeza?

Miles de cosas. El 24 de marzo por la tarde me avisaron de que era uno de los nombres que se barajaban para ser rector mayor, y el 25 por la mañana me comunicaron que había sido elegido y que debía tomar un tren desde Roma a Turín, donde estaban celebrando el Capítulo General. 

Padre Fabio ¿Cómo nace la llamada de Dios en su vida?
Creo que todo empezó cuando yo era niño, viendo a un sacerdote. Era una persona totalmente entregada, con una personalidad interesante, inteligente, con la cabeza amueblada, con ideas y capacidad de hacer una lectura crítica de la realidad. Aún vive. Era salesiano y pasó a ser diocesano, pero ha continuado el sistema salesiano. Fue mi primer modelo. Pero no fue automático. 

Y ¿Cómo va desarrollando su vocación? Nací en una familia muy bonita. Somos siete hermanos y mis padres se dedicaron a nosotros con todas sus energías. Para mí el modelo de familia es muy bello. Me planteé casarme, al menos como perspectiva, cuando tenía 14 o 15 años y después a los 21 o 22, mientras estudiaba Teología. No fueron momentos difíciles sino de discernimiento. Vi que entregarme al Señor no era renunciar sino elegir una manera de vivir la paternidad que Él me pedía, ser padre de muchos jóvenes.

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