María Auxiliadora en la ciudad del eterno calor

Mis queridos amigos y amigas, lectores asiduos del Boletín Salesiano, amigos todos de Don Bosco y su precioso carisma. Llego también hoy a ustedes, en este mes de mayo para contarles, como es ya muy frecuente en mí, algo que he vivido recientemente y que me ha llegado al corazón, al mismo tiempo que me ha hecho pensar mucho sobre cierta responsabilidad que tenemos ante la devoción a María Auxiliadora. Luego les cuento el porqué de todo esto.

A finales de marzo cuando visité, de nuevo, Perú, quise acercarme al noroeste del país y hacerme presente en una ciudad y una presencia salesiana que es muy significativa por varios motivos:

  • Los pobladores la llaman “la ciudad del eterno calor”, y ciertamente hace mucho calor.
  • Pero también es una ciudad muy salesiana. Más de un siglo de presencia ha hecho que haya calado en el espíritu de aquel pueblo todo un estilo de relación y de vínculos educativos y relacionales muy familiares, muy sencillos.
  • Por último, deseo resaltar el magnífico servicio educativo que se ha hecho desde el inicio de la presencia con la escuela Don Bosco, que ha transformado uno de los barrios más conflictivos, y se sigue formando profesionalmente a cientos de chicos y chicas que, donde no tendrían ninguna posibilidad, hoy dejan esa casa salesiana con una profesión aprendida para el mundo laboral. Incluso en Bosconia existe un magnífico centro médico salesiano llevado adelante por un miembro de nuestra familia, las damas salesianas.

Todo ello es digno de mención, pero muy especialmente me llegó al corazón la profundísima devoción a María Auxiliadora. De manera improvisada, me encontré una multitud de más de tres mil personas que se habían convocado entre sí para celebrar la Eucaristía en honor a nuestra Madre Auxiliadora. La fe, la devoción, la plegaria y el canto llenaron los corazones de la gente, incluyendo el mío, eclipsando incluso el calor de la ciudad.

Una vez más comprobé en el viajar por el mundo salesiano que María Auxiliadora, como prometió Don Bosco, es faro que ilumina, puerto seguro, amor maternal de su hijo y de todos nosotros sus hijos e hijas. Ella es, en definitiva, la MADRE en quien abandonarnos y que siempre nos llevará a su Hijo Amado. Lo pude ver también en Piura.

Y al mismo tiempo añado otro pequeño comentario: el espíritu de Dios llega a donde quiere y toca los corazones de sus fieles. Así sucede con la devoción a la Madre del Hijo de Dios, pero siempre ha querido contar con nosotros, y mi apunte crítico es el de que no en todas las partes del mundo se ha dado a conocer a la Madre del cielo con la misma intensidad y pasión apostólica. Esto sería incomprensible para Don Bosco. Les diré que es igualmente incomprensible e inaceptable para mí que en la familia salesiana existan personas que no hagan referencia a la Auxiliadora, ya que ella es esencial en el carisma salesiano. La devoción a la Madre del Señor y madre nuestra no es opcional en el carisma salesiano.

Deseo de todo corazón que Ella, la Madre del Hijo Amado, Ella, la Auxiliadora, siga siendo tan especial en todos los lugares del mundo como lo es, también, en la ciudad del eterno calor (Piura-Perú).

Feliz fiesta de María Auxiliadora para todos en todo el mundo.

Por Ángel Fernández, sdb

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