Un día como hoy, hace 100 años, el 29 de agosto de 1924, fue bendecida la cruz de bronce ubicada en el pináculo de la Basílica de María Auxiliadora de Lima.
Durante varios años, la Cruz de Bronce de la Basílica de María Auxiliadora fue, exceptuando al mirador del Cerro San Cristóbal, el punto más alto de toda la ciudad de Lima. A sesenta metros del suelo, ubicado en una de las principales avenidas de la capital de la República y coronando el gran monumento en gratitud a Dios por el centenario de la independencia, esta cruz se convirtió desde entonces en un hito urbano y en un símbolo triunfante de la Obra de Don Bosco y la devoción a María Auxiliadora en nuestro país.
A fines de julio de 1924 el diario “La Crónica” señalaba, en su reportaje al Templo de María Auxiliadora, que la cruz ya estaba ejecutándose. Días antes, “El Pan del Alma” ya había anunciado su próxima instalación junto a la noticia de la restitución de la cruz en el Capitolio de Roma, retirada en 1873: “La cruz de Cristo vuelve a ocupar el pináculo del dos veces milenario Capitolio de Roma, y nosotros vamos a colocar la Cruz gloriosa, símbolo de nuestra redención, sobre la majestuosa torre del santuario de María Auxiliadora”.
La cruz fue culminada y entregada a los Salesianos en el mes de agosto. El 29 de ese mes, víspera de la Fiesta de Santa Rosa de Lima, se realizó la ceremonia de bendición, aún sin ser colocada. Las fotografías de aquel día muestran que el acto fue realizado en el atrio del templo y fue presidido por el padre Ernesto Briata, director de la Casa de Breña, con la presencia del padre Fortunato Chirichigno, encargado inspectorial de las obras del templo.
“El Pan del Alma” reportó en su edición del 7 de setiembre de 1924:
“La víspera de Santa Rosa y mediante una ceremonia sencilla, pero expresiva, se bendijo la hermosa cruz de bronce que debe brillar en el vértice de la monumental torre del Santuario de María Auxiliadora. Al contemplar la cruz, a cincuenta metros del suelo y como dominándolo todo y atrayendo las miradas de todos, nuestra fe, nuestra esperanza y nuestra caridad, hacia nuestro Divino Salvador, deben acrecentarse en nuestro corazón agradecido y suscitar nobles y elevados pensamientos”.
La cruz debió colocarse en la semana entre el 7 y el 13 de setiembre de dicho año. De manera que el 14, día de la Exaltación de la Santa Cruz, se lucía ya en su ubicación definitiva. Esa mañana los Salesianos de Breña publicaron en su semanario dominical que la cruz de bronce “brilla ya en el pináculo de la majestuosa torre”.