El sábado 13 de diciembre de 2025, Arequipa fue testigo de algo profundamente bello: el sueño de Don Bosco volvió a hacerse realidad.
El patio del Colegio Salesiano Don Bosco dejó de ser solo un espacio físico para transformarse en hogar, en fiesta y en templo vivo, donde la alegría tuvo nombre propio y la esperanza corrió libre entre risas, cantos y abrazos sinceros.
Así se vivió el Encuentro de Oratorios Salesianos “Un sueño que nace en Belén”, una mañana que tocó el corazón de todos.
Desde distintos rincones de la ciudad, llegaron los oratorios como quien acude a una gran fiesta familiar. El Oratorio Octavio Ortiz fue el anfitrión y trajo consigo la energía del centro de Arequipa; el Oratorio Domingo Savio de Characato llegó con su entusiasmo contagiante; el Oratorio Luis Bolla de Mariano Melgar aportó su espíritu alegre; el Oratorio Paola Frassinetti de Paucarpata regaló ternura y compromiso; el Oratorio Villa Milagros de Yura compartió su sencillez llena de fe; y el Oratorio Festivo María Auxiliadora, animado por las Hijas de María Auxiliadora, envolvió el encuentro con el cariño materno que caracteriza a la familia salesiana. Todos distintos, todos unidos, todos soñando juntos.
La mañana fue una explosión de vida. Juegos que unieron, animaciones que encendieron el alma, dinámicas que rompieron barreras y sonrisas que hablaban por sí solas. La alegría salesiana no se explicó: se vivió. Se sintió en cada carrera, en cada canto, en cada gesto de amistad que nacía espontáneamente en el patio.
Y cuando el ruido festivo dio paso al silencio profundo, el encuentro alcanzó su momento más alto.
Ante el Santísimo Sacramento, el patio se llenó de una paz conmovedora. Allí se pusieron a los pies de Jesús los sueños de los oratorios, las historias de cada niño y joven, y el deseo común de seguir siendo presencia viva de Dios.
Fue Belén hecho oración, fue Dios naciendo una vez más en el corazón de su gente.
Este primer encuentro, inspirado en el espíritu navideño y en el Aguinaldo 2025, se convirtió en el sello final de un año de entrega y servicio, fortaleciendo la comunión entre Salesianos de Don Bosco y las Hijas de María Auxiliadora. Más que un cierre, fue un nuevo comienzo: una promesa de caminar juntos, de seguir creyendo en los jóvenes y de apostar, con alegría, por un futuro lleno de luz.
Porque ese día quedó claro que el sueño que nace en Belén sigue vivo en Arequipa. Y mientras haya un patio, un oratorio y un corazón dispuesto a amar, la esperanza siempre tendrá la última palabra.
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