Feliz Día de la Madre a quienes, como la Virgen Auxiliadora, nos abrazan con el alma, protegen con ternura y guían con sabiduría. Gracias por ser nuestro refugio, nuestra alegría y el amor más fiel que ilumina cada día.
En especial, recordamos con gratitud el valor inmenso de una madre, cuya presencia transforma el hogar en un lugar de armonía y esperanza. Sus palabras, muchas veces, llevan la profundidad de una sabiduría aprendida y forjada en la entrega constante. Escuchar sus consejos no solo es un acto de obediencia, sino una forma de honrar la experiencia que con generosidad comparten.
Emular su ejemplo es una manera de perpetuar su legado. El cuidado desinteresado, la paciencia incansable y la fortaleza silenciosa que nuestras madres nos enseñan cada día merecen ser reflejados en nuestras propias acciones. Ser mejores personas, más justos, más comprensivos y más decididos es también un tributo a ellas.
A medida que pasa el tiempo, el rol se invierte, y llega el momento de retribuirles todo lo recibido. No solo acompañarlas con ternura, también sostenerlas y observarlas con atención es un acto propio de buenos hijos. Que nunca falte en nosotros la voluntad de ser, para ellas, el respaldo que tantas veces fueron para nosotros.
Que este día sea un gran recordatorio a nuestras madres y un compromiso diario, hecho de gestos pequeños pero llenos de significado, porque en cada uno de ellos late el amor eterno que nos dio la vida.
Autor: Andrea Buenaño. Comunicadora del Colegio Salesiano Rosenthal De la Puente
Felicidades a todo los que sientan alegría al recordar a sus madres y los que sientan culpa al hacer algo malo porque es el corazón de ella quienes nos guían a ser mejores hijos e hijas