El mes de octubre llegó a nuestra Parroquia María Auxiliadora impregnado de fe, de tradición peruana y del alegre espíritu salesiano que nos caracteriza. Fue un tiempo de encuentro, de oración y de comunidad, donde cada día nos recordó que la santidad también se vive en lo cotidiano, como familia que camina unida siguiendo los pasos de Jesús, bajo la mirada tierna de María Auxiliadora.
Desde el primer día del mes nos preparamos para honrar al Señor de los Milagros, Cristo morado que acompaña de manera tan cercana a nuestro pueblo. Cada viernes rezamos el Vía Crucis, caminando juntos como parroquia y renovando nuestra confianza en el Señor que nos abraza desde la cruz. La devoción se hizo aún más profunda con una emotiva entronización, donde colocamos su imagen en un lugar privilegiado, recordándonos que Él es centro y guía de nuestra fe.
Una de las celebraciones más conmovedoras fue la Procesión de los Niños, donde los más pequeños de la casa, con sus túnicas moradas y sus velitas encendidas, nos regalaron un testimonio sencillo y puro de devoción. Con esa caminar infantil, dimos inicio al Mes Morado, que en nuestra parroquia se vive con hondura, con alegría y con un profundo sentido de comunidad.
Como familia salesiana, también tuvimos un espacio especial para las criaturas que Dios puso a nuestro cuidado. En el Día de la Bendición de las Mascotas, decenas de nuestros engreídos amigos de cuatro patas —y algunos de dos, o incluso sin patas— llenaron de ternura nuestro centro juvenil parroquial. Fue una celebración llena de sonrisas, gratitud y cariño, recordándonos que la creación entera canta la gloria del Señor.
La oración fue el corazón de octubre. Durante todo el mes nos unimos cada tarde para rezar juntos el Santo Rosario, preparando nuestro espíritu antes de la misa de las 7:00 p.m. Con la Virgen, meditamos los misterios de la vida de Jesús, dejando que su presencia maternal nos ilumine y fortalezca. Octubre fue verdaderamente mariano en nuestra parroquia, porque lo rezamos como Don Bosco enseñó: con confianza, con familia y siempre con esperanza.
La alegría desbordó nuestros corazones con un acontecimiento histórico para la Iglesia y para nuestra espiritualidad salesiana: la canonización de Santa María Troncatti, proclamada por el Papa León XIV. Su vida entregada, su espíritu misionero y su profundo amor por los más pobres nos animan hoy a vivir con mayor entrega nuestro servicio pastoral. Su canonización fue celebrada con emoción, entre cantos, aplausos y gratitud.
Otro regalo especial del mes fue el concierto “Lo Celestial y lo Ancestral”, presentado por la Embajada de Hungría. La majestuosidad del órgano de nuestra Basílica envolvió a todos los presentes en un ambiente de profunda armonía. Fue un momento donde el arte elevó nuestra oración, y donde las melodías antiguas y contemporáneas nos recordaron que lo bello también es camino hacia Dios.
Cerramos el mes recordando a un pilar de nuestra espiritualidad: el Beato Miguel Rúa, el primer sucesor de Don Bosco. Su fidelidad, su mansedumbre y su dedicación nos inspiran a seguir construyendo una comunidad donde reine la alegría, la entrega y el servicio humilde.
Todo lo vivido en octubre fue posible gracias al trabajo unido de toda nuestra comunidad parroquial. Cada uno de los grupos zonales, los grupos parroquiales, el Oratorio Salesiano, y los Voluntarios de la Basílica aportaron su granito de arena para que cada actividad fuese un signo vivo del “Da mihi animas” que caracteriza nuestra vocación salesiana.
Octubre terminó, pero su huella permanece en nuestros corazones. Que el Señor de los Milagros y María Auxiliadora sigan acompañando nuestro camino, fortaleciendo nuestra fe y manteniéndonos siempre en esta hermosa misión de ser una parroquia que acoge, que anima y que evangeliza con el estilo de Don Bosco.
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