El Hno. Rufin Kineme descubrió su vocación salesiana en su país, el Congo, inspirado por el pasaje del Evangelio de Mateo 10,8: “Gratis lo recibiste, dalo también gratis”. Movido por un profundo agradecimiento a Dios, decidió entregar su vida al servicio desde el carisma de Don Bosco, en especial en el sistema preventivo.
¡Misionero Salesiano!
Su deseo misionero nació tras terminar la secundaria. Los diocesanos fueron claves en el inicio de su formación. “En mi ciudad no había presencia salesiana”, sostiene. Luego de algún tiempo, inició el camino salesiano que lo llevó al Perú en 2019. Aunque enfrentó un choque cultural y de idioma, su confianza en Dios lo sostuvo. “En el noviciado he iniciado mi vocación misionera”, comparte.
El Perú lo recibe con los brazos abiertos

Cuando recibió la obediencia de que iría a Perú, sintió una gran emoción, ya que era una tierra nueva para él. No sabía cómo se vivía allá, era una cultura diferente, y tendría que acostumbrarse. Gracias al acompañamiento de su guía espiritual, pudo recibir mucha ayuda, y así logró enfrentar un poco ese miedo que sentía ante la nueva cultura.
Jóvenes con rostros de Dios
En Perú encontró en los jóvenes el rostro de Dios, y como diácono vive su ministerio con espíritu de colaboración y servicio mutuo. Desde Roma, donde estudió y sirvió como diácono junto al Papa Francisco, guarda experiencias profundas de fe. El nombramiento del Papa León XIV lo vivió como signo de esperanza para la Iglesia misionera.
El Carisma de Don Bosco
Lo que más me atrajo del Carisma de Don Bosco es el Sistema Preventivo. “El sistema preventivo en la educación ya resume todo el carisma de Don Bosco: los pilares: razón, religión y la amorevolezza. Son esos elementos que me han atraído a leer ese carisma de Don Bosco”, menciona.
Un buena semilla
Quiere ser como la buena semilla: una semilla sembrada en tierra fértil que, a su debido tiempo, dará fruto.
De ella crecerá un árbol, un árbol que también dará frutos, y las personas podrán tomar de esos frutos, nacidos de una semilla que fue plantada mucho tiempo atrás.

Los jóvenes
A los jóvenes que sienten un llamado, los anima a no tener miedo y a ofrecer la vida con generosidad. Su mayor deseo es sembrar una semilla de fe y entrega en la tierra peruana, que crezca y dé frutos con el tiempo.
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