El miércoles 13 de agosto, la comunidad salesiana inició con gran devoción y alegría el primer día del Triduo a Don Bosco, una celebración que invita a recordar su vida, obras y el legado que dejó en favor de la juventud. A esta emotiva jornada se sumaron estudiantes, educadores, exalumnos y fieles devotos, todos unidos por el mismo espíritu salesiano.
La jornada comenzó con el rezo del Santo Rosario, que, entre voces pausadas y miradas de fe, guió a la comunidad en un ambiente de profunda oración y recogimiento. Cada misterio fue ofrecido con intenciones especiales por los jóvenes, las familias y toda la misión salesiana, evocando así el espíritu de María Auxiliadora que siempre acompañó a Don Bosco.
Seguidamente, se celebró la Santa Eucaristía, presidida por el Padre Fredy Valdivia SDB, quien en su homilía recordó la niñez de Don Bosco. Destacó que, aunque el santo creció en medio de carencias y pruebas, Dios lo miró con amor y lo llamó a una misión extraordinaria: dedicar su vida al servicio y acompañamiento de los jóvenes más necesitados. Subrayó también que su infancia, marcada por el trabajo, la fe y el ejemplo de su madre Margarita, fue semilla de una vida fecunda que sigue inspirando a millones en todo el mundo.
La velada fue enriquecida por la orquestina de la casa salesiana, que con sus notas armoniosas acompañó cada momento de la celebración. Todo se llevó a cabo en el Santuario María Auxiliadora, iluminado por la fe y el cariño hacia Don Bosco, Padre y Maestro de la juventud.
Este primer día del Triduo recordó que, siguiendo el ejemplo de Don Bosco, estamos llamados a mantener viva la esperanza, la fe y el compromiso por los demás, especialmente los jóvenes, para construir una comunidad más fraterna y solidaria.
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