viernes, 27 junio 2025
SUSCRÍBETE

El pozo de los tesoros.- El Sagrado Corazón de Jesús y Don Bosco

Recordemos uno de los sueños de Don Bosco…

Don Bosco caminaba en silencio por la sacristía de la capilla junto a la iglesia en construcción. Era tarde, y el aire frío de Roma le traía un leve temblor a sus manos cansadas. Sin embargo, su corazón ardía de amor. En un momento, se detuvo: ante sus ojos apareció un joven de rostro sereno y mirada luminosa. Era Luis, el noble muchacho francés que había partido a la casa del Padre.

—Luis —preguntó Don Bosco con voz suave—, ¿para quién sacas tanta agua de ese pozo?

—Para mí y para mis padres, Don Bosco —respondió el joven con una sonrisa.

—¿Y por qué tanta cantidad?

Luis lo miró con ternura, como quien revela un secreto eterno.

—¿No comprende? ¿No ve que es el pozo del Sagrado Corazón de Nuestro Señor Jesucristo? Cuantos más tesoros de gracia y misericordia sacamos de Él, más quedan. Es inagotable.

Don Bosco despertó de aquel sueño con lágrimas en los ojos. Sintió que había bebido de las aguas más profundas, y en su alma se grabó para siempre la misión de llevar a otros a ese pozo

Desde entonces, en cada predicación, en cada confesionario, en cada charla nocturna con sus muchachos, repetía con fuerza que en el Corazón de Jesús había consuelo, perdón y vida.

Recordaba sus días de joven seminarista en Turín, cuando el rigorismo de algunos moralistas llenaba de miedo a los penitentes, negando la dulzura del Corazón de Cristo. Fue su maestro, Don Cafasso, quien le enseñó a confiar sin reservas. Fue él quien, en la Residencia Eclesiástica, le habló de un Dios cercano y misericordioso, un Dios con un corazón que late de amor por cada hombre.

Años más tarde, Don Bosco levantó iglesias y oratorios en honor al Sagrado Corazón. Cuando el Papa León XIII le pidió terminar la iglesia inconclusa en Roma, su cuerpo ya estaba gastado, pero su fe era un fuego indestructible. Decía a sus salesianos: “El Corazón de Jesús es horno de amor. Allí arde nuestro celo, allí se enciende nuestra paciencia, allí se fortalecen nuestros sacrificios.”

Una tarde, en Barcelona, seis hombres le ofrecieron el monte Tibidabo para erigir un santuario. Con voz emocionada, Don Bosco les dijo:

—Soñaba en Turín con extender la devoción al Sagrado Corazón por todo el mundo, y una voz interior me repetía: “Tibi dabo, tibi dabo.” ¡Y aquí me lo dan ustedes!

Sabía que él no vería terminadas esas obras, pero confiaba en sus hijos espirituales. “Construyan templos, pero sobre todo construyan corazones”, les repetía.

En la víspera de la fiesta del Sagrado Corazón, reunió a sus jóvenes y les habló con ternura:

Mañana celebraremos al Corazón de Jesús. ¿Saben por qué? Porque es el horno donde ardió el amor que nos salvó. Honrar su Corazón es amarlo y, sobre todo, parecernos a Él.

Los muchachos lo escuchaban con los ojos brillantes, como si un suave rocío de paz descendiera sobre ellos. Esa noche, Don Bosco miró al cielo y, entre susurros, rezó:

—Sagrado Corazón de Jesús, en ti confío. Dame siempre de tus aguas para que, como Luis, yo también dé de beber a mis hijos, y ellos a otros, hasta que toda la tierra sea saciada con tu amor.

Leer completo, aquí


Descubre más desde BOLETÍN SALESIANO

Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.

PUBLICACIONES RELACIONADAS

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

OTROS BS
CONÉCTANOS
76,000FansMe gusta
2,040SeguidoresSeguir
777SuscriptoresSuscribirte

ÚLTIMAS PUBLICACIONES