lunes, 13 octubre 2025
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P. Hugo visita el Rímac: “Abrácense a los pies de Jesús y díganle: gracias, gracias, gracias”

Luego de dos meses en nuestro país, la visita del P. Hugo va llegando a su fin. Desde el inicio de su recorrido por las obras salesianas, el Consejero para la Región Interamérica se caracterizó por sus gestos de cercanía y afecto. Los jóvenes, sus hermanos salesianos y miembros de toda la Familia Salesiana lo recibían con entusiasmo, el mismo que él supo transmitir en cada encuentro.

Y para cerrar con broche de oro, como no podía ser de otra manera, visitó la primera casa salesiana del Perú: el Rímac. Aquella obra donde inició la historia y la presencia de los salesianos en esta tierra “ensantada”.

¡Juegos, alegría y un corazón oratoriano!

El patio del Oratorio Salesiano del Rímac se pintó de alegría: las risas, el entusiasmo y la adrenalina de los muchachos le dieron vida a la tarde del sábado 11 de octubre. Eran las 3:00 p.m. cuando animadores, preanimadores y coordinadores se dieron cita para preparar un ambiente especial. ¡El P. Hugo llegaba al oratorio! y como buenos hijos de Don Bosco, la mejor bienvenida solo podía ser con alegría y juegos.

El P. Hugo hizo su ingreso: caminó entre los juegos, observó las actividades, sonrió y se dejó contagiar por la energía que lo rodeaba. Pronto, todos se reunieron en círculo y, con el tradicional “¡Buenas tardes!”, se dio inicio a un breve pero significativo momento. El P. Julio Acurio le dio la bienvenida.

Se reunió con los animadores y preanimadores en un espacio más íntimo. Hubo tiempo para compartir inquietudes, experiencias y también para escuchar su palabra cercana y motivadora.

“Seamos agradecidos e inclusivos”

A la luz del Evangelio proclamado en la celebración eucarística del día de ayer, realizada en el Santuario del Oratorio Salesiano del Rímac, el P. Hugo nos invitó a reflexionar sobre dos actitudes fundamentales para todo creyente: la gratitud y la inclusión.

“Agradecer nos salva, porque transforma el corazón y nos permite vivir con una nueva perspectiva. Incluir nos asemeja a Jesús, que nunca rechazó a nadie, ni siquiera a quienes el mundo despreciaba”, señaló haciendo referencia al pasaje del Evangelio que narra la curación de los diez leprosos.

En el contexto bíblico, la lepra no era solo una enfermedad física, sino una condición que implicaba exclusión social, religiosa y afectiva. Los leprosos eran apartados de la comunidad, considerados impuros y castigados por Dios

Antes de culminar su reflexión, se dirigió de manera especial a los niños, adolescentes y jóvenes, para hacerles presentes que Dios sigue haciendo cosas buenas en sus vidas. Además, los invitó a realizar un ejercicio sencillo pero profundamente espiritual: imagínense a los pies de Jesús, abrazándolo con gratitud, y repetir desde lo más profundo del corazón: “Gracias, gracias, gracias…”


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