Dos extraños que se hicieron amigos

Hacia los años 1960 – 1970 el pueblo Achuar de Ecuador y Perú vivía atrapado por la violencia de las guerras internas. Las familias vivían refugiadas en grandes casas rodeadas de cercos de madera trabajados para defenderse de sus adversarios. Con terror y miedo compartían la vida con los jóvenes y adultos. Las familias podían ser sorprendidas por la muerte con lanzas o municiones de sus enemigos.

Un hombre barbudo ante un temible jefe

Kashijint, era uno de los más temidos guerreros Achuar. Frente a su casa se escuchan gritos de alerta. Había dos personas extrañas que avisaban que venían sonando una bocina. Corren voces desesperadas avisan­do que los soldados vienen para capturar al jefe Kashí­jint. Sin perder tiempo sus hijos y yernos, con escopetas en manos, empezaron a echar tiros al aire para espantar a los intrusos. Al ver la pasividad de los intrusos, ellos se acercaron a los visitantes amenazándoles con disparar sino se iban.

Observando que había un hombre barbudo acompañado de un adolescente escondido de­trás del extraño personaje se escuchó el ul­timatun: “si no se van los matamos”. Al oír esto el jovencito shuar del internado salesiano de Taisha, llamado, Luis Jimpikit, asustado empezó a gri­tar en lengua Shuar: “¡no lo mates, no lo mates! Él es un padre de la mission de Taisha”. El jefe, entrando en duda, dijo: “si eres padre canta una canción de Dios”. Y sin dudar el padre Luis Bolla entonó en idioma Shuar un canto religioso que le ganó la con­fianza de Kashíjint. Allí empezó la historia de preparar el huerto para regar las semillas del Evangelio en el corazón de la familia Achuar.

El hombre barbudo les anuncio a Jesús

Así empezó la evangelización del P. Luis Bolla, sdb, Yánkuam´ Jintia (Luz del Cami­no), quien, desde muy niño, en el oratorio sa­lesiano, escuchó la voz del Señor que le decía: “caminarás mucho para anunciar mi Palabra”. Desde su tierra natal Schio, Italia, empezó a recorrer caminos desconocidos, más aún en la selva con su roja mochila embarrada de can­sancio y soledad.

En el año 1984, fue llamado por los jefes Achuar del Sur del Perú para que les enseña­ra el mensaje de Jesús. Convencido que el Señor Jesús lo llamaba a anunciar la Palabra de Dios por tierras ama­zónicas se fue con el compro­miso de:

1.- No comprar tie­rras con títulos para el misionero o la Iglesia,

2.- Adaptarse a vivir al estilo de vida y cul­tura Achuar, cuidando su identidad de religio­so y sacerdote

3.- Confiar totalmente en la Divina Providen­cia ante las diferentes necesidades.

Una tierra habitada por Dios

Yánkuam´ recorrió a pie durante 50 años la selva amazónica de Ecuador y Perú. Con pa­sión se empeñó en que los Achuar trabajaran por la “tierra sin mal”, libre de contaminación y explotación de sus recursos naturales, que si­guieran venciendo todo tipo de colonialismo y llegaran a conocer que el Reino de Dios está aquí, con Jesucristo.

Actualmente el pueblo Achuar tiene 11 Diáconos permanentes que llevan adelante la pastoral y más de 300 laicos que son ministros instituidos. En Ecuador y Perú hay 35 capillas que tienen el santísimo sacramento.

La Amazonía conforma una pequeña iglesia católica misionera, llena de esperanza con el gozo del Evangelio.

Todo creyente que conoce el testimonio del P. Luis Bolla está invitado a seguir el camino de santidad marcado por el testimonio de su vida misionera.

La herencia que recibimos del Padre Luis es la santidad de la triple “A”, AMOR A DIOS, AMOR A LA IGLESIA, AMOR AL PUEBLO.

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