El P. Hugo Orozco SDB, consejero regional para la región Interamérica, se encuentra en el Perú en una visita extraordinaria que se extenderá hasta octubre. Durante este tiempo, recorrerá las distintas obras salesianas del país para animar y acompañar a los jóvenes y Familia Salesiana del Perú.
Padre Hugo, ¿cómo se siente de estar nuevamente en el Perú?
Estoy muy contento. En 2021 vine con más tiempo a visitar la Inspectoría y guardo recuerdos muy bonitos. Me emociona volver a ver a mis hermanos salesianos, encontrarme con jóvenes que ya conocía y con otros nuevos. Es una gran alegría regresar.

Si tuviera que describir al Perú en una palabra, ¿cuál sería?
Me cuesta elegir una sola. Pienso en su comida, que es extraordinaria; en sus danzas, que hablan de su historia y tradiciones; en su gente sencilla y en el mestizaje que lo define como nación. Todo eso hace al Perú muy especial.
¿Qué significa para usted ser consejero regional para Interamérica?
Más que un puesto, es un servicio que realizo con cariño a Don Bosco y amor por los jóvenes. Me han renovado por seis años más, hasta 2031 o 2032. Es un servicio exigente, que me permite acompañar al nuevo Rector Mayor, Don Fabio Attard, y animar a toda la región con la experiencia que ya he adquirido.

¿Cuál ha sido su mayor desafío como salesiano en este servicio?
Lograr la comunión en la congregación. Hay países con grandes bendiciones y otros con enormes dificultades sociales, políticas o económicas. Mi mayor reto es animar el carisma y la fidelidad a la vocación salesiana para que todos sigamos sirviendo a los jóvenes con entusiasmo.
¿Y en relación a los jóvenes, qué desafíos ve hoy?
Hay dos muy grandes:
- La soledad. A pesar de estar hiperconectados, muchos jóvenes se sienten solos y sin amistades verdaderas.
- La búsqueda de la verdad. En redes sociales hay tantas versiones de una misma noticia que cuesta discernir qué es real. Hay discursos de odio y noticias falsas que confunden y manipulan. Como educadores, debemos ayudarles a tener criterio y espíritu crítico.

Finalmente, ¿qué mensaje quiere dejar a los jóvenes y familias del Perú?
Les invito a no perder la fe. Mi vida se sostiene en la convicción de que Dios está presente, aun en los momentos difíciles. La fe anima, orienta y sostiene. Conservarla en familia y comunidad nos da alegría y esperanza. Yo soy feliz porque creo en Dios, y deseo que esa misma fe y felicidad acompañen a cada joven y familia del Perú.
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