Su nombre es Rufin Kineme Mukalamusi. Es Salesiano y misionero. Nació en la República Democrática del Congo y es el hijo mayor de seis hermanos. Sus padres, Ceferino y Josefina, fueron quienes desde pequeño lo llevaban a la Iglesia de su pueblo, impulsando así su vida cristiana. Y desde el 2019 forma parte de la Inspectoría Salesiana Santa Rosa de Lima. Allí vivió uno de los momentos más emotivos en su formación religiosa: celebró su Profesión Perpetua en la Basílica de María Auxiliadora.
Su camino vocacional se remonta al año 2012, cuando, siendo muy joven, al culminar sus estudios escolares, tomó la decisión de iniciar su preparación sacerdotal. En la Diócesis de su pueblo frecuentaba con sacerdotes diocesanos, los cuales inspiraron su camino religioso. “Fui a expresar mi opción al párroco de mi pueblo que era un diocesano”. Pero, si había una cosa que Rufin anhelaba desde muy niño, además de convertirse en sacerdote, era su deseo de ser misionero. Y, lamentablemente, con los diocesanos no iba a encontrar ese camino.
Un camino junto a los Salesianos
Luego de un tiempo de discernimiento, en 2013, presenta una carta a la Comunidad Salesiana de Lubumbashi, en la que solicitaba iniciar la experiencia salesiana. Luego de tres meses de espera, se comunican con él para manifestarle que en dos semanas tenía que acercarse a la casa salesiana. Fue una sorpresa. “Mi papá lo tomó con mucha calma, tranquilidad. Mi mamá, como a todo hijo mayor, quería verme casado, con hijos, con familia; pero, con el paso del tiempo, comprendió”. Y fue justamente Josefina, su madre, quien le dejó uno de los más grandes consejos que lo lleva a donde vaya: “Te vas a servir a Dios y a los demás. Tienes que ser luz para los demás”.
Dejó su ciudad natal, Kalemie, para enrumbar a Lubumbashi, la segunda ciudad más grande del Congo, que pertenece a la Inspectoría Salesiana de África Central (AFC). Esta comunidad se iba a convertir en la puerta del inicio de un nuevo camino en la vida de Rufin.
Como anteriormente no tenía alguna experiencia salesiana, su aspirantado lo compartió con los chicos de la casa don Bosco. “Tenía que conocer ese espíritu”. Luego de dos años, fue admitido primero, al prenoviciado y, posteriormente, al noviciado. Es en este proceso de formación cuando toma la decisión de ofrecer su vida como salesiano.
Su camino misionero
Su inspiración para convertirse en misionero la encontró en un sacerdote alemán que pertenecía a la Sociedad de los Misioneros de África, más conocida como Sociedad Misionera de los Padres Blancos. “Cuando veía a ese sacerdote tenía ganas de seguir esa vocación. Se encargaba de servir de los demás, y yo quería servir a los demás. Él fue mi inspiración”.
Su primera profesión religiosa la celebra el 15 de agosto del 2016. En ese momento, a través de una carta, expresa su deseo de ser salesiano misionero. Y en el 2019, recibe la obediencia del rector Mayor para pertenecer a la Inspectoría Salesiana Santa Rosa de Lima, lugar donde se siente acogido y abrazado por los jóvenes del Perú. En septiembre retorna a Roma, Italia, para culminar su tercer año de Teología. Luego de ello estará de regreso.
“Estoy feliz de ofrecer mi vida al Señor y a los demás”.