Invitamos a toda la Comunidad Salesiana del Perú a unirse en oración y acción de gracias por la vida y ministerio del Papa Francisco quien, a sus 88 años de edad, ha sido llamado a la Casa del Padre este Lunes de Pascua a las 7.35 horas, según ha anunciado el cardenal Kevin Joseph Farrell, camarlengo del Vaticano.
El Papa Francisco partió de este mundo mientras resonaban aún nuestros gritos de alegría en esta Octava de Pascua: ¡Cristo ha resucitado!. Y no es casualidad que este acontecimiento ocurra en este tiempo litúrgico en el que se nos nos invita a prolongar la experiencia del gozo pascual en la vida cotidiana como una oportunidad para reflexionar profundamente en el misterio central de nuestra fe: que Cristo ha vencido a la muerte y nos abre las puertas de la vida nueva.
Su partida nos conmueve, pero también nos llena de esperanza, porque su vida fue una entrega total al Evangelio de Jesucristo y a su Iglesia, el pueblo de Dios. Con gratitud profunda, elevamos nuestras oraciones por su eterno descanso y por toda la Iglesia Católica, a la que sirvió con amor y valentía.
Desde su elección en 2013, el Papa Francisco nos condujo a volver a lo esencial del Evangelio: Volver nuestra mirada al rostro de Cristo pobre y humilde pero con la alegría que irradia del encuentro personal con el Señor, volver a la centralidad del amor como medida de todo discípulo. En su exhortación apostólica nos dijo:
La alegría del Evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús.
Evangelii Gaudium 1
Con palabras simples y gestos profundamente evangélicos, nos recordó que el ministerio del pastor se vive con cercanía al pueblo y no desde los privilegios. En una de sus primeras homilías como Pontífice resaltaba la importancia de que todo representante de la Iglesia Católica camine con el pueblo con cercanía y lo guie a su encuentro con su Dios, por ello dejó grabada esta frase que se viralizó en todos los medios:
Los pastores deben tener olor a oveja.
Homilía Misa Crismal, 28 de marzo de 2013
Francisco impulsó con fuerza la necesidad de fortalecer una Iglesia en salida, que no se encierre en sí misma ni en estructuras caducas, sino que sea capaz de ir a las periferias geográficas y existenciales. Esta visión renovó la conciencia misionera de la Iglesia y nos interpeló a todos: obispos, sacerdotes, religiosos, laicos y jóvenes, quienes acogieron su llamado y, en comunión con sus párrocos, salieron a dar su testimonio de vida en las plazas de sus localidades. Este llamado también se hizo viral en redes:
Prefiero una Iglesia accidentada, herida y manchada por salir a la calle, antes que una Iglesia enferma por encierro y comodidad.
Evangelii Gaudium 49
Nos enseñó también que la Iglesia es un hospital de campaña, llamado a sanar heridas antes que a emitir diagnósticos. Su ministerio fue reflejo de esa ternura, de esa compasión, de ese amor pastoral. En una de sus entrevistas más emblemáticas, nos dijo:
Veo con claridad que lo que la Iglesia necesita hoy es la capacidad de curar heridas y dar calor a los corazones.
Entrevista a La Civiltà Cattolica, septiembre 2013
Su defensa de los más pobres no fue ideológica, sino evangélica y concreta mostrando un constante amor por los descartados, los migrantes, los ancianos, los sin techo, los niños no nacidos, los pueblos originarios. Su voz fue profética en nombre de los que no tienen voz, en una de sus homilías expresó lo que luego lo vimos desarrollar con acciones concretas:
El corazón de Dios tiene un lugar preferencial para los pobres.
Evangelii Gaudiuum 197
Y en medio de todo esto, su confianza fue firme y nos ayudó fuertemente con su ejemplo a fiarnos de la fidelidad de Dios. Nos enseñó que aún en medio de las crisis, de los ataques, de los escándalos o del cansancio pastoral, Cristo sigue conduciendo su Iglesia con fidelidad. Francisco fue instrumento de esa Providencia: con valentía, con dolor, con gozo, con discernimiento. Nunca abandonó su cruz y nos animó a no abandonar la propia recordándonos siempre que:
La Providencia de Dios jamás abandona a su Iglesia.
Homilía, Santa Marta, 16 de abril de 2018

Como familia salesiana, reconocemos con profunda gratitud el legado espiritual y pastoral que el Papa Francisco nos deja: su amor por los jóvenes, su impulso misionero, su estilo de gobierno sencillo y sin dobles discursos, su predilección por los más pobres y su incansable llamado a vivir el Evangelio con alegría y radicalidad.
Hoy, su partida es un momento de duelo, sí, pero sobre todo de alabanza a Dios. Porque en el Papa Francisco hemos visto la mano de la Providencia sosteniendo a la Iglesia. Porque en su vida resplandece la fidelidad de Aquel que nunca nos abandona.
Que el testimonio del Papa Francisco nos anime a vivir con coherencia nuestra vocación cristiana. Que su ejemplo nos impulse a caminar como Iglesia misionera, sin miedo, con los pies en el barro del mundo y los ojos puestos en el cielo.
Descansa en paz, Santo Padre.
Gracias por mostrarnos a Jesús con tu vida.