“Toda una vida con los salesianos”. Un salesiano de corazón

Con tal solo siete años, el Oratorio Salesiano de Arequipa lo acogió como a un hijo. Quién iba a pensar que esa primera experiencia marcaría su vida junto a los salesianos del Perú. Hoy, luego de 40 años, Jaime Manchego, colaborador de la Inspectoría Santa Rosa de Lima, recuerda con alegría y nostalgia esos primeros años de encuentro con niños y adolescentes que, al igual que él, llegaban al oratorio con la ilusión de divertirse.

Entre risas y juegos, había un momento formativo espiritual que marcó su experiencia. Luego de siete años de asistir constantemente al oratorio, a los 14, descubrió y valoró el gran amor de don Bosco hacia sus jóvenes. “Ese amor y acompañamiento lo encontré con los catequistas, con los salesianos que estaban en el patio”, dice.

A los 18 años, tuvo la oportunidad de ser parte del inicio de un gran proyecto: la construcción de la casa salesiana Climática Salesiana Domingo Savio de Arequipa. Una experiencia que le dio la oportunidad de consolidar y poner en práctica los oficios aprendidos en el oratorio. “Lo que era un arenal en la playa a 200 metros del mar, hoy es una obra salesiana muy importante de verano para los chicos de Arequipa”, sostiene Jaime.

Años más tarde, a los 21, su destino ya estaba trazado para llegar a la capital. Dejando su ciudad natal, emprendió un nuevo reto: apoyar y colaborar en el sostenimiento de la parroquia Niños Jesús, en San Juan de Miraflores. Luego de algunos años, al culminar su periodo de trabajo, llegó a su vida un punto de quiebre que iba a marcar su camino personal.

“Antes de regresar a Arequipa, pasé por la inspectoría para despedirme del P. Juan Pitlik, a quien le tenía un cariño particular. Sorprendido quedé cuando me propuso ser su mano derecha en algunos temas de la inspectoría, en especial de la librería”. Así comenzó su periplo.

Con 28 años llegó para quedarse y ser parte del sueño de don Bosco. “Toda una vida”, sostiene entre risas. De cada salesiano aprendió alguna lección, pero fue la del P. José Miguel Miranda Miranda que iba a marcar un antes y un después. “En algún momento pensé en formarme como sacerdote, pero recibí un consejo que cambió mi manera de pensar y de actuar: Tú no estás hecho para trabajar desde adentro, tú estás hecho para trabajar desde afuera”. Frase que hasta el día de hoy está más vigente que nunca.

Arequipeño en esencia, Jaime sigue ‘al pie del volcán’, entregando lo mejor de sí para su familia. Así considera a los salesianos. Tiene un sinfín de anécdotas por contar, recuerdos que alimentan su vida. “Mi historia comenzó desde muy pequeño”.

Aquel niño que correteaba en el patio salesiano de Arequipa, hoy es todo un hombre que se enamoró de las enseñanzas de don Bosco y de la protección de María Auxiliadora.

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