Por Rubén Dávila Calderón
Por lo general, relacionamos logro con el éxito. Pero es importante aceptar que:
- El concepto de éxito es diferente y varía de persona a persona. Algunos criterios de éxito son comunes entre un grupo de personas, por lo tanto, se juzga el según la cultura, los valores y los cánones sociales.
- El dolor, por el contrario, es inherente a la tolerancia que cada individuo tiene. El dolor físico es fácil de describir y entender; sin embargo, el dolor emocional no lo es tanto. Es difícil de percibir, ya que este dolor nos impide actuar de manera convencional o normal y cotidiana, aunque queda claro que lo reconocemos porque nos afecta tanto o más que el dolor físico.
- La toma de decisiones, muchas veces, responde a la proyección o expectativa de sentir la sensación éxito o dolor en un futuro mediato o inmediato. Las consecuencias de una toma de decisiones se tornan en términos de buenas o malas decisiones. En concreto, son decisiones cuyas consecuencias sabemos que nos van a afectar; por lo tanto, es más fácil no tomarlas, o ser tenue o neutro, de modo tal que la decisión que tomemos no afecte radicalmente nuestro entorno o persona, sobre todo si esta decisión es súbita y disruptiva.
Interconectando estos 3 conceptos nos da como resultante lo siguiente:
- La toma de decisiones es el punto de partida para cualquier éxito o desafío. Tú eres responsable de las consecuencias de las decisiones que tomes: decisiones inconsultas, o consultadas, siempre recaerá sobre ti.
- El éxito o desafío dependerá qué tan retador sea el objetivo que te has puesto como logro. Además del tiempo en que lo conseguiste o no: a mayor exigencia para lograr el objetivo, mayor sensación de logro; a menor esfuerzo para llegar al objetivo, menor sensación de logro.
¿Éxito o logro? Debe quedar claro que el éxito es la suma de logros. Es una sensación duradera de logros obtenidos. Muchos logros seguidos y cortos nos pueden dar una sensación de éxito; no obstante, logros más complejos y que demanden mayor tiempo para obtenerlos, nos darán, sin duda, una sensación de logro más duradero y potente. Depende de ti qué tipo de logros te propones.
- Ahora nos tocar reflexionar sobre lo que no nos gusta experimentar: estamos hablando de dolor. ¿Qué relación tan disonante hay entre el dolor y el éxito? El éxito, muchas veces, es la suma de logros y fracasos, que alguna vez nos causaron esfuerzo, sacrificio; en pocas palabras, cierto dolor. De hecho, las vallas altas, lo objetivos complejos o difíciles tienen algo de ello. En la mayoría de las ocasiones tenemos que considerar la posibilidad e incluso buscar situaciones límite que nos puedan propiciar cierto “dolor” porque es lo que llamamos “desafío” con nosotros mismos.
La pregunta del millón es “¿Cuán dispuesto/a estoy a trazarme objetivos y metas que demanden esfuerzo y sacrificio para obtener logros, permanentes y de mayor duración, antes de la aparición de una nueva meta u objetivo?
- No olvidar que los éxitos y fracasos son temporales, siempre hay un mañana y tenemos la oportunidad de volver a empezar y establecer nuevos retos, nuevos logros y sobre todo nuevos rumbos.