Queridos hermanos salesianos, querida familia salesiana, mis queridos jóvenes:
¡Feliz Pascua!, ¡Cristo ha resucitado y eso lo cambia todo!
La Pascua no es solo una fiesta del calendario, es una explosión de vida, de esperanza, de amor más fuerte que la muerte. Jesús resucitado nos sale al encuentro, como lo hizo con los discípulos de Emaús.
Nos recuerda que Él camina con nosotros, también en nuestras noches de oscuridad, en nuestras penas, tristezas, desesperanza, pero también en el camino de la vida con alegría.
A ustedes mis queridos hermanos salesianos, gracias por anunciar a Jesús con alegría y que Él gracias por ser sin de vida nueva, sobre todo los jóvenes más jóvenes. Y a ustedes queridos jóvenes, gracias por enseñarnos que la Pascua se vive con un corazón encendido y con los pies en camino.
No tengamos miedo, vivamos con alegría nuestra vida, vivamos con alegría y esperanza la única vida que Dios nos ha concedido.
Vivamos la Pascua con la audacia de Don Bosco, con la ternura de María y con la fuerza del resucitado. De corazón les deseo una Pascua llena de luz, de gozo y de vida.
¡Que el Señor resucitado los bendiga y los acompañe siempre. Nos vemos pronto!