Queridos hermanos y hermanas en Cristo:
En este día 6 de enero, Día de Reyes, celebramos la Epifanía del Señor, un momento de profundo significado para quienes profesamos nuestra fe en Jesucristo nuestro salvador.
Queremos compartir con ustedes una reflexión en la línea de los sueños y visiones que caracterizaron la vida de nuestro fundador San Juan Bosco quien nos ha narrado el sueño que tuvo a los 9 años.
En su sueño experimentó una visión luminosa que tuvo un impacto profundo en su vida y misión. Se encontraba en un lugar lleno de niños indisciplinados a quienes intentó corregir con agresividad, pero no tuvo éxito. Apareció un ser de luz imponente con quien mantuvo el siguiente diálogo –no con golpes, sino con bondad les harás tus amigos, enséñales a hacer el bien y evitar el mal– a lo que el niño Juan Bosco respondió –¿Quién eres que me pides cosas imposibles?, yo soy un pobre muchacho ignorante–. Luego este personaje lo condujo hacia una imponente señora quien le dijo –mira Juan, aquí tendrás que trabajar. Lo que sucede con estos animales, tú lo alcanzarás con mis hijos, se fuerte, a su tiempo lo entenderás todo– y en su sueño vio a lobos transformarse en corderos.
Más adelante fundó la Congregación Salesiana estableciendo oratorios y escuelas para ayudar a los niños y jóvenes en situación de riesgo.
En este día de Epifanía, recordemos que los Reyes Magos también siguieron una estrella brillante que los condujo al lugar donde se encontraba el Niño Jesús. Esa estrella es símbolo de la luz divina que ilumina nuestras vidas.
En la Epifanía, el Señor se manifiesta a toda la humanidad, recordándonos que su amor y salvación no están destinados a un solo grupo, sino a todos.
La generosidad de los Reyes Magos al ofrecer sus dones al Niño Jesús también nos inspira a ser generosos con los demás.
¿Qué regalos estamos dispuestos a ofrecer al Señor? No se trata solo de obsequios materiales, sino de nuestro tiempo, talentos y afecto.
Recordemos que la Epifanía ocurre cuando permitimos que la luz de Cristo brille en nuestras vidas. Abramos nuestros corazones a la gracia divina, como lo hizo San Juan y permitamos que esa luz nos guíe en nuestro camino hacia la santidad.
Que el Espíritu Santo ilumine nuestras mentes y corazones, y que la Epifanía del Señor nos inspire a seguir la luz de Cristo con alegría y generosidad.
Congregación Salesiana del Perú