Por: P. Jesús Jurado, sdb
Delegado del CSC
La Procesión del Señor de los Milagros, reúne a más de 2 millones de fieles. Esta tradición católica, que rinde homenaje a la imagen de Cristo, refleja devoción, fe y unidad entre los peruanos.
Durante meses, los asistentes visten de morado y acompañan la imagen, creando un ambiente de fervor y esperanza.
El culto a la imagen del Cristo crucificado pintado en la pared de adobe de un pobre galpón en las afueras de la ciudad fue el origen de esta tradición limeña de más de tres siglos de antigüedad.
Cuando nos referimos al Señor de los Milagros hablamos, en realidad, de dos imágenes. La del muro original de 1651, y que se encuentra en el retablo mayor de la iglesia de las Nazarenas; y la del trasunto de 1687, que sale de su monasterio y recorre desde entonces en procesión las calles de Lima, cargado en andas, tradicionalmente, por la hermandad que lleva su nombre y seguido por multitudes.
El 13 de noviembre de 1655, un fuerte temblor sacudió Lima y causó estragos en toda la ciudad. En Pachacamilla, para asombro de los vecinos, solo quedó de pie un muro de adobe sobre el que había, pintado al temple, la imagen de un Cristo crucificado, flanqueado en la parte superior por el sol y la luna. Este hecho, que fue considerado un milagro, y que llamaremos el primer milagro reconocido, generó una chispa devocional, pero la zona quedó tan golpeada que los habitantes abandonaron el lugar.
La historia de esta devoción, tan enraizada en el imaginario limeño, ha generado una serie de mitos y leyendas con respecto al origen de la pintura.
De un largo abandono al brote devocional
Según los relatos de la época, como el de Sebastián de Antuñano, el galpón fue abandonado y convertido en un muladar expuesto a las inclemencias del clima por más de dieciséis años, hasta que en 1671 un vecino de la parroquia de San Sebastián llamado Andrés de León, al pasar por ahí, sintió la necesidad de cuidar el muro. Andrés sufría de un “cancro contagioso” que no le habían podido curar. Al poco tiempo de dedicación al cuidado y veneración del muro, y tras sus rezos para ser sanado, su petición se cumple.
GANADORES DEL PREMIO LANZÁDURI 2024
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