En la fiesta de Santa María Mazzarello, cofundadora del Instituto de las Hijas de María Auxiliadora, recordamos un episodio poco conocido de su vida: su encuentro maternal en Roma con el joven salesiano Carlos Pane, futuro pionero de la obra salesiana en el Perú y célebre constructor de la Basílica de María Auxiliadora de Lima.
David Franco Córdova, Historiador de la Congregación Salesiana del Perú.
Era noviembre del año 1877 y Don Bosco había elegido al clérigo Pane para integrar la tercera expedición misionera salesiana a América, con destino a Argentina y Uruguay.
El grupo, conformado por Salesianos e Hijas de María Auxiliadora, pasó de Turín a Roma para recibir la bendición del Papa Pío IX antes de zarpar hacia el Nuevo Mundo.
Hasta la Ciudad Eterna los acompañó madre Mazarello, quien tuvo un maternal gesto con Pane que él atesoró en su memoria hasta el final de su vida, y que se encuentra refrendado por diversas fuentes, como las Memorias Biográficas de Don Bosco y otros testimonios. El resto está tomado de la biografía ilustrada Tan bueno como el pan: el padre Carlos Pane, constructor de la Basílica de María Auxiliadora escrita con ocasión de su centenario:
“Todo parecía ir bien para los expedicionarios, quienes disfrutaban sus últimos momentos en Europa, antes de cruzar el Atlántico rumbo a Sudamérica. Pero mientras paseaban por Roma, Carlos Pane se comenzó a sentir mal. Fue durante la visita a las catacumbas de San Calixto cuando se dio cuenta de que tenía mucha fiebre.
Madre María Mazzarello, superiora de las Hijas de María Auxiliadora, acompañaba al grupo durante su estancia en Roma. El invierno europeo se acercaba y, debido al frío, llevaba un chal para abrigarse.
Ella fue la primera en percatarse del malestar del joven misionero. Sin pensarlo, se quitó el chal y se lo ofreció al tembloroso Pane, que ya estaba con escalofríos.
Carlos Pane se sintió algo retraído ante el ofrecimiento de madre Mazzarello. En un inicio se disculpó de no poder recibirlo, pensando que era incorrecto que un joven lleno de energía privara de una prenda necesaria a una superiora que le doblaba la edad. Pero madre Mazzarello, viendo su estado, le insistió con respetuosa firmeza que se lo pusiera sobre las espaldas. Pane finalmente aceptó. Con el chal de la santa mujer como abrigo, fue conducido al médico, quien le diagnosticó paludismo. Carlos Pane fue internado en el hospital de los hermanos de San Juan de Dios de Roma. Afortunadamente mejoró. Pero cuando fue dado de alta, sus compañeros de misión ya no estaban: habían tenido que encaminarse al puerto de Génova” (David Franco Córdova. Tan bueno como el pan: el padre Carlos Pane, constructor de la Basílica de María Auxiliadora. Lima: Editorial Salesiana, 2021, página 14).
El gesto de madre Mazzarello permitió que el joven Pane asumiera su condición de paciente necesitado de atención, y acudió oportunamente a recibir atención médica. Salvó la vida, pero perdió el viaje como misionero
La vida le tenía al Perú como destino, a donde llegó en 1891 y permanecería hasta su muerte en 1923. Aquí es recordado como promotor de grandes vocaciones religiosas, siendo maestro de monseñor Octavio Ortiz Arrieta, primer salesiano peruano en llegar al sacerdocio y al episcopado, actualmente camino a los altares. Fundó instituciones emblemáticas, como el Colegio Salesiano de Lima, hoy San Francisco de Sales (1900), del cual fue director. Creó órganos de difusión de gran trascendencia, como “El Pan del Alma” (1904), el semanario en circulación más antiguo del Perú. Pero su memoria está principalmente asociada a la Basílica de María Auxiliadora de Lima, de cuya construcción e inauguración como ‘Homenaje Nacional por el centenario de la independencia del Perú’ (1921) fue el principal promotor y en cuya cripta sus restos se encuentran enterrados.
Así, la fundación de la obra salesiana en el Perú, de la que Pane fue uno de sus principales protagonistas, estuvo abrigada, desde muchos años atrás, por el chal de madre Mazarello.