Don Bosco y el Patio: El Atrio del Corazón
En el taller donde nacen los oficios y en el aula donde germina el saber, hay un espacio sagrado que late con un ritmo distinto: el patio. Es aquí, entre risas y carreras, donde revive el espíritu de Don Bosco, el padre y maestro de la juventud, quien entendió el juego no como un simple pasatiempo, sino como la lengua materna del corazón joven.
Bajo el sol que acaricia nuestros patios, los Juegos Salesianos despliegan su magia educadora. Cada pelota que vuela, cada estrategia compartida, es un versículo vivo del Sistema Preventivo. No es la represión, sino la prevención del mal llenando el tiempo de alegría sana. Don Bosco, con mirada profética, veía en la alegría el cauce para llegar al alma, sabiendo que un joven que juega con entusiasmo es un corazón abierto a sembrar valores.
La filosofía salesiana se encarna en cada partido: la razón que establece las reglas justas, la religión que fomenta el respeto y la fraternidad, y el amor bondadoso que convierte a los rivales en compañeros. En estos juegos, no solo se fortalece el cuerpo; se forja el carácter. La solidaridad, la honestidad y la resiliencia dejan de ser conceptos y se vuelven experiencia palpable.
Cetpro Bosconia, fiel a este legado, ve en estos juegos una prolongación de su misión. Formar técnicos excelentes, pero, sobre todo, buenos cristianos y honestos ciudadanos. El patio salesiano es así el taller donde se pule el alma, el atrio donde la juventud, guiada por la mano paternal de Don Bosco, aprende que la vida, vivida con fe y alegría, es el juego más noble.
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