Escrito por: Roberto Umiyauri Joven de la 4ta etapa, Beneficiario de la Casa Don Bosco Arequipa
Como jóvenes, podemos vivir el Aguinaldo de muchas maneras, en especial desde la obediencia hacia nuestros educadores, padres salesianos y hermanos mayores, porque todos ellos, con amor y dedicación, buscan siempre nuestro bien. A través de las buenas noches, las oraciones, las eucaristías e incluso las llamadas de atención, iluminan nuestro camino mostrándonos la importancia de la esperanza en nuestras vidas.
Lo que más nos motiva, a nosotros los jóvenes, para vivir con esperanza, son nuestros sueños.
Personalmente, siendo un chico que está en la cuarta etapa de la Casa Don Bosco de Arequipa, siento que estoy a la mitad de cumplir uno de mis mayores sueños: ser ingeniero electrónico.
Todo lo que he logrado hasta ahora ha sido gracias al apoyo de la gran Familia Salesiana, que alimenta y fortalece mi esperanza día tras día. Vivimos en una sociedad compleja en la que todos estamos expuestos al temor, al desaliento, a la duda, en la que el futuro de muchos jóvenes es incierto.
Podemos transmitir la esperanza con el carisma salesiano, ser esa luz que llama a muchos a vivir con alegría, que llama a formar parte de nuestra gran familia, ayudándolos a descubrir la verdadera esperanza que se nutre del amor y la caridad.
Como joven de la Casita Don Bosco, he tenido la oportunidad de ayudar a algunos de mis hermanos menores. Sé que, como amigo y hermano mayor, debo de estar dispuesto a echarles una mano, hablarles con paciencia y hacerles entender que estoy para ellos en los momentos difíciles, porque somos una familia.
Ante los momentos de incertidumbre, los jóvenes también podemos ser portadores de esperanza.
En estas pequeñas acciones cotidianas, como brindar ayuda, las pláticas e incluso los saludos con una sonrisa, podemos transmitir esperanza. Porque sabemos que frente a nosotros tenemos a un hermano, una hermana, un educador o un padre salesiano. Tenemos a alguien en quien podemos confiar y pedir ayuda.



