A pocas semanas de finalizar la fase diocesana del proceso de beatificación y canonización del Siervo de Dios P. Luis Bolla, las miradas se vuelcan hacia el pueblo que tanto amó: Kuyuntsa.
En 1984, ya se encuentra en el Perú. Monseñor Miguel Irízar CP, entonces obispo del Vicariato Apostólico de Yurimaguas, lo acoge con entusiasmo y lo envía a trabajar con los Achuar.
En territorio peruano, su primera actitud es ver, observar y conocer. Monseñor José Luis Astigarraga CP, nuevo obispo de Yurimaguas, le brinda toda su confianza y facilidades para llevar adelante el proyecto de inculturación del Evangelio entre el pueblo Achuar.
Su destino es Kuyuntsa.
El P. Bolla había trabajado muchos años en Ecuador y, al percibir que los Achuar del Perú estaban sin cuidado pastoral, decide dejar Ecuador y venir al Perú, haciendo de Kuyuntsa un lugar especial, su nuevo hogar.
“Elige como residencia Kuyuntsa y Sanchiik, pero no deja de visitar las demás comunidades Achuar y de otras etnias. Realiza largos viajes a pie, en canoa y en deslizador, bajo el sol o la lluvia, pero nunca pierde su característica alegría y entusiasmo”.

Durante su tiempo en Kuyuntsa y Sanchiik, se dedicó a profundizar en la cosmovisión cultural y religiosa del pueblo Achuar: sus tradiciones y mitos, el respeto por la naturaleza, los elementos culturales y la defensa de las tierras. Todo esto le valió la simpatía y el reconocimiento de ese pueblo y de muchas instituciones, tanto nacionales como internacionales.
Su amigo Peas, anciano sabio de la comunidad, casi ciego y con gran influencia, decía: “Todos mis conocimientos se los he entregado a Yánkuam’, a quien quiero como a un verdadero hermano”.
La escritura como aporte a la cultura
Quien haya visitado alguna vez su casa en Kuyuntsa pudo notar que un espacio lo había convertido en su oficina, con su máquina de escribir y numerosos papeles. Porque Yánkuam’ era consciente de que la cultura oral está destinada, con el tiempo, a desaparecer. Con sus conocimientos de antropología, etnología, filología, historia y geografía, creó la escritura para que los niños y jóvenes Achuar aprendieran a leer y escribir en su propia lengua. Para ello elaboró diversos materiales.

Las traducciones al achuar han sido innumerables. Incluso llegó a traducir el Nuevo Testamento, aunque la del Antiguo Testamento quedó inconclusa.
Sus memorias reflejan la experiencia de un hombre apasionado por Dios y profundamente comprometido con el bien de los pueblos originarios. Su única misión era anunciar a Jesucristo, y lo hizo con valentía y paciente entrega, confiando únicamente en la ayuda de Dios.
Hoy, al acercarse la conclusión de la fase diocesana del proceso de beatificación del Siervo de Dios Luis Bolla, es justo y necesario recordar su historia y animar a muchos a conocer la vida de este gran sacerdote salesiano, misionero entre los Achuar.


