En las colinas piamontesas de Italia, donde los campos se extienden bajo el cielo azul del norte, se alza hoy el Colle Don Bosco. Pero hace más de dos siglos, este lugar era conocido simplemente como I Becchi, un modesto caserío donde la vida transcurría al ritmo de las estaciones y el trabajo de la tierra.
Una casa que ya no existe
La historia tiene una ironía particular: Juan Melchor Bosco, quien llegaría a ser San Juan Bosco, no nació en la famosa «casita de Don Bosco» que hoy veneran miles de peregrinos. Esa es la casa del Sueño de 9 años. En cambio, esa pequeña construcción fue adquirida por la familia cuando el futuro santo «tenía ya más de un año», según revela A. Lenti, estudioso de Don Bosco.
El verdadero lugar de su nacimiento fue la granja Biglione, una ‘cascina’ típica de la región que se alzaba «en la cima de la colina» y que «fue demolida en 1957 para construir el templo Don Bosco». Una construcción utilitaria donde «una parte del edificio albergaba a las personas; otra sección estaba acondicionada para establo, henal y almacén».

Los Boscos eran una familia de arrendatarios
Los Bosco no eran propietarios, sino trabajadores de la tierra. Francisco Luis Bosco, padre del santo, seguía la tradición familiar como «labrador arrendatario», continuando el camino iniciado por su padre Felipe Antonio, quien «se había trasladado a la zona de Morialdo-I Becchi como labrador arrendatario en la Cascina Biglione en la segunda mitad del siglo XVIII».
El propietario, Jacinto Biglione, era un profesional que «vivía en Turín» y había contratado a los Bosco como aparceros. Esta era la realidad de muchas familias campesinas de la época: trabajar tierras ajenas con la esperanza de subsistir día a día.
El nacimiento marcado por la tragedia y la profunda fe
La llegada de Juan Melchor al mundo estuvo precedida por el dolor. Francisco Luis había enviudado joven: su primera esposa, Margarita Cagliero, «murió el 28 de febrero 1811 dejando viudo a Francisco, con 27 años y un hijo de 3 años, Antonio José», narra Lemoyne.
Según el censo de 1808, la familia Biglione-Bosco era numerosa: «Francisco Luis Bosco (de 24 años), Margarita Cagliero Bosco (de 24 años), Margarita Zucca Bosco (madre de Francisco, de 55 años de edad), Teresa María (hermana de Francisco, de 17 años)».
El segundo matrimonio de Francisco con Margarita Occhiena el «6 de junio de 1812» trajo nueva esperanza. De esta unión nacieron «José Luis (17 de abril de 1813) y Juan Melchor», que nació el 16 de agosto de 1815 y no el 15 de agosto, como siempre lo pregonó.
El misterio de la fecha
Durante toda su vida, Don Bosco creyó haber nacido el 15 de agosto, día de la Asunción de María. Así lo escribió en sus propias «Memorias del Oratorio»: «nací el día consagrado a María Asunta al cielo». Solo tras su muerte, «al revisar los libros parroquiales, se aclaró que la fecha exacta era el 16».

El acta de bautismo de la parroquia de Castelnuovo d’Asti es categórica: «Juan Melchor Bosco nació el 16 de agosto de 1815, hacia las cinco de la tarde, en la aldea de I Becchi».
Un destino forjado por los problemas
La tragedia volvería a golpear temprano. Francisco Bosco «murió cuando Juan tenía apenas dos años», dejando a Margarita Occhiena «viuda con tres hijos». En un contexto durísimo – «justo después de la invasión napoleónica en el Piamonte» – esta mujer extraordinaria «sacó adelante a la familia con fortaleza, fe y sacrificio».
El ambiente era «el de una familia pobre de campo, que sobrevivía con esfuerzo diario y bajo condiciones duras», pero fue precisamente en esta adversidad donde se forjó el carácter del futuro educador de jóvenes.

Un nacimiento providencial
Los historiadores salesianos ven en este nacimiento algo más que casualidad: «pocos años después de la Revolución Francesa y en un tiempo de crisis social y religiosa, Dios suscitó en ese niño un futuro educador y padre de los jóvenes», escribe Lenti.
Desde una granja arrendada en las colinas piamontesas, donde las familias campesinas luchaban por sobrevivir, emergería uno de los grandes santos de la historia moderna. Don Bosco «siempre vinculó su vida a la Virgen María, interpretando su nacimiento bajo la protección de la Asunta».
Hoy, donde una vez se alzó la cascina Biglione con sus establos y graneros, miles de jóvenes de todo el mundo peregrinan al templo que honra la memoria de aquel niño nacido «hacia las cinco de la tarde» de un día de agosto de 1815.
Descubre más desde BOLETÍN SALESIANO
Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.