¿A dónde vas, loco?: Vida Misionera del Padre Sixto Moriones

En su localidad natal de Liédena, un pequeño pueblo de Navarra, en España, el Padre Sixto Moriones, salesiano misionero, descubrió su vocación. Desde los siete u ocho años, participaba con mucha energía en las actividades de su parroquia, y, junto a sus compañeros, realizaba peregrinaciones a Javier, una villa y municipio español de la Comunidad de Navarra.

Experiencias que marcaron su vida

Tiempo más tarde, en su etapa de formación como Salesiano de Don Bosco (SDB), recordó la figura de su catequista de primero de secundaria quien contaba que había viajado a Filipinas como misionero. Fue en Gerona, mientras realizaba el aspirantado, donde descubrió su verdadera vocación. Allí, compartió con varios jóvenes y sacerdotes que habían ido a diversas partes del mundo a llevar el Evangelio. “Siempre iban a contarnos su historia”, señala. Pero el momento decisivo fue cuando el obispo de la India, en aquel entonces Monseñor David Maryanayagam, lo entusiasmó a seguir ese camino.

“¿A dónde vas, loco?”

El P. Sixto recuerda con cariño a su papá, quien, mirándolo a los ojos, le dijo: “¿A dónde vas, loco?” Esta interrogante, más que un reproche, fue la oportunidad para hacerle saber que siempre tendría las puertas abiertas, esperándolo, por si en algún momento deseaba volver.

En 1959, con tan solo 17 años, el joven emprendía un largo y prometedor camino como misionero, sin saber a dónde, pero con toda la fortaleza que da el amor a Cristo.

“¡Yo solamente he caído en el Perú!”

Luego de 24 días de un tranquilo viaje por barco, un 2 de noviembre de 1959, llegó al Puerto del Callao. No sabía qué esperar, “estaba dispuesto a la aventura”, dice entre risas.

Han pasado 66 años desde su arribo a tierras peruanas y durante este tiempo dejó una huella imborrable por cada Obra por la que pasó.

Detrás de su característica exigencia, como él mismo se define, hay un hombre que apuesta por la educación como vehículo fundamental para el cambio de la sociedad. “A donde he ido he tratado de que los profesores se profesionalicen, que estudien, que mejoren su compromiso en favor del colegio, de los alumnos”, asegura.

Mirada misionera

Para el P. Moriones una cosa es esencial:

“Allá, donde vayas, debes estar dispuesto a escuchar y aprender. Si llegas con la lección aprendida, creyendo que vas a enseñar a los demás o convencido de que has inventado la pólvora, es probable que fracases”.

Salir de tu país natal parae vangelizar significa, en gran parte,“inculturarse”. Estar dispuesto a adquirir conocimiento desde la humildad. “Cuando yo llego a un nuevo lugar, lo que hago es adaptarme a lo que encuentro. Y, a lo largo del tiempo, voy identificando qué se puede mejorar”, señala. Ser misionero ,como toda vocación, comienza con la pregunta: ¿Para qué me quiere Cristo? Pues es, justamente, Él qui

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