La Casa Don Bosco brinda apoyo a 33 jóvenes de escasos recursos provenientes de diversas zonas de la región del Cusco. De ellos, 13 adolescentes, que se encuentran en la tercera etapa de su formación, cursan la educación secundaria en el Colegio San Francisco de Borja, mientras que los otros 20 jóvenes, en la cuarta etapa, estudian carreras técnicas como gastronomía, enfermería, mecánica, computación, guía de turismo y administración de empresas en diferentes institutos.
En la Casa, los jóvenes colaboran en la panadería, la cocina y los talleres de música. Esta obra salesiana cuenta con un equipo de educadores que cubren los turnos de día y noche, y recibe el apoyo del Colegio Salesiano, el Banco de Alimentos, la Municipalidad del Cusco, exalumnos salesianos, padres de familia y amigos de la familia salesiana.
El fruto germinó
La obra de la Casa Don Bosco comenzó en 1983, en respuesta a la alarmante situación política y social de la época, marcada por el terrorismo y la pobreza extrema. Ante esta situación, el Padre Alejandro Santisteban, director de la comunidad salesiana en ese momento, impulsó la creación de la Casa Don Bosco, con el objetivo de ofrecer un refugio y un hogar a estos jóvenes. Así, en los primeros meses de 1984, se inauguró la segunda Casa Don Bosco en Perú, después de la primera en Arequipa.
El primer grupo estuvo formado por seis jóvenes que vivieron en la misma obra, bajo el cuidado de los salesianos, quienes velaban por su formación y educación. Pronto, se organizaron para continuar sus estudios en escuelas estatales y luego ingresar al Colegio Salesiano del Cusco. Con el tiempo, la obra creció y benefició a más jóvenes, proporcionándoles una vida digna y la oportunidad de convertirse en personas de bien.
En 2012, la comunidad salesiana inauguró la Casa Miguel Magone, un proyecto que nació para continuar con el apoyo a jóvenes en riesgo moral y material. Esta casa podrá albergar 40 jóvenes que desean continuar sus estudios técnicos después de terminar la secundaria.